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Entrevista:LA SITUACIÓN DE LOS INMIGRANTES

"Es como si te condenan a ser ciudadano de segunda"

SARA - VÍCTIMA DE UN ERROR AL FORMULAR LA SOLICITUDEDUARDO - TRABAJADOR REGULARIZADOFÁTIMA - SIN RESPUESTA DEL GOBIERNO

Sara siente un respingo cuando escucha noticias sobre los sin papeles. Y es que esta colombiana de 42 años, casada con un compatriota con residencia en España, y sus dos hijos adolescentes no han logrado aún cruzar la frontera que separa a los inmigrantes indocumentados del resto de los ciudadanos. Su esperanza estaba puesta en el proceso de regularización. Pero hace un mes recibió una pésima noticia: el Gobierno ha denegado su petición por un error al rellenar la solicitud."Cuando me dijeron que a mí y a mis hijos nos negaban el permiso de residencia me eché a llorar. Es como si te condenaran a ser una persona de segunda categoría, te sientes un delincuente, aunque no lo seas, porque vives en la ilegalidad", explica esta vecina de Fuenlabrada (Madrid), que emigró hace seis años desde la colombiana ciudad de Cali huyendo de la violencia y la crisis económica que azotan al país latinoamericano.

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El problema de Sara es que se equivocó y presentó su solicitud (y la de sus hijos) como peticionarios de permiso de trabajo y residencia cuando deberían haberlo hecho como familiares de extranjero con residencia legal. Cuando la delegación del Gobierno analizó su expediente vio que presentaba una documentación que no correspondía a la solicitud formulada y se la denegó.

"Lo peor es que mis hijos y yo cumplimos todos los requisitos para entrar a la regularización y por este fallo tonto nos hemos quedado fuera", explica angustiada. Pero todavía no está todo perdido ya que ha recurrido la denegación a través del centro para inmigrantes de la Unión General de Trabajadores (UGT).

Ella, como otros muchos inmigrantes de América Latina, llegó a España como turista pero con la clara intención de quedarse a trabajar. Eso fue hace seis años. Ya en Madrid se dedicó a limpiar casas sin permiso laboral y conoció a su marido, un camarero colombiano emigrado hace 11 años y con permiso de residencia permanente. Como la relación prosperaba, ella volvió a Colombia para recoger a sus dos niños y regresaron los tres a España como turistas.

Desde hace cuatro años viven todos en Madrid. Pero hasta marzo de 1999 no iniciaron los trámites para conseguir la residencia para Sara y sus hijos por reagrupación familiar. "Al principio, como no estábamos casados, los papeleos eran muy complicados porque nos exigían un tiempo de convivencia, así que esperamos a contraer matrimonio, hace dos años, para empezar los trámites", explica. "En junio de 1999 solicité una exención de visado para mis hijos y para mí porque ése es el primer paso para el permiso de residencia por reagrupación familiar, pero como nunca recibí respuesta decidí optar este año a la regularización", añade.

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Le angustia que sus hijos, a sus 16 y 12 años, sigan siendo inmigrantes ilegales. "Me gustaría que fuesen a la universidad y supongo que sin la residencia no podrán". También ella desearía continuar los estudios de idiomas que abandonó en Colombia, donde ejercía de profesora de francés. Pero su mayor anhelo es cruzar la segunda frontera de su vida, la que le separa de un mundo seguro y con más derechos.

"Por fin tendré oportunidades como cualquier español"

"El director general de Ordenación de las Migraciones de conforme con lo dispuesto en el Real Decreto (...) Resuelve conceder el permiso solicitado con las características [del ciudadano] arriba señaladas". Estas son las letras, las palabras y las frases que esperán leer ansiosos los casi 225.000 extranjeros que han solictado su regularización en el proceso extraordinario que comenzó hace más de cuatro meses.Eduardo, un colombiano de 23 años casado y con dos hijos, tendrá hoy en sus manos la carta esperada. Debido a un error, el cartero depositó, hace dos semanas, la correspondencia en su antigua residencia y el papel que confirmaría su derecho a residir legalmente en España fue devuelto dentro de su mismo sobre. Hoy acudirá al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales para recuperarlo, tal y como le dijo su abogado, tras tener constancia de que había sido regularizado. Ya lleva cinco años en España y solicitó la regularización en uno de los contingentes anteriores a este procedimiento extraordinario. "Me lo denegaron porque mi nómina era demasiado baja", explica. "50.000 pesetas perdidas [en abogados] y mi sueldo era de 95.000", añade.

Había contratado a un abogado privado para que le tramitase los papeles, sin saber que existían asociaciones de inmigrantes que lo hacían gratuitamente. Sin embargo, fue su mismo abogado el que le advirtió de la nueva posibilidad que tenía de normalizar su situación en el país, cuando se abrió el plazo de este proceso extraordinario el pasado 21 de marzo. Hasta entoces permaneció irregularmente en España, realizando trabajos que le conseguían otros compatriotas, cuya situación administrativa era legal. "Me ha detenido la policía un montón de veces. En el calabozo de Las Rozas (Madrid) ya me conocen todos, aunque no por haber hecho nada malo, simplemente porque no tenía la documentación", comenta con una media sonrisa.

Todas esas veces que estuvo retenido, su madre iba a buscarle en compañía del abogado, para demostrar que estaba tramitando sus papeles. "Me llegaron a abrir un expediente de expulsión y estuve tres días seguidos entre cuatro paredes comiendo dos veces al día, hasta que al final mi abogado consiguió que me lo quitaran al demostrar que tenía los papeles en trámite", se lamenta.

Ahora, después de haber trabajado en la construcción, en una empresa de pintura, en otra de jardinería, como ayudante de mecánica y en labores de limpieza, le espera un contrato de un año, que ya tiene apalabrado, en una empresa de contrucción en donde cobrará más de 100.000 pesetas al mes y estará dado de alta en la Seguridad Social. "Sólo tengo que recoger mi carta y mostrársela a mi futuro jefe", afirma contento.

Para llegar a esta situación tuvo que buscar todos los documentos que pudiesen demostrar que se encontraba en España desde antes del 1 de junio de 1999, requisito fundamental del procedimiento. Empezó por hacer fotocopia del pasaporte, que estaba sellado por la policía española en el aeropuerto de Barajas en 1995. Luego pidió una copia al Registro Civil de Palmira, su ciudad natal. También presentó el carné de identidad de su madre, que para entonces ya tenía la nacionalidad española, "y otro montón de recibos y resguardos". Hoy ya sueña con un mañana mejor: "Por fin he compuesto mi situación y tendré oportunidades similares a las de cualquier español", concluye.

"Viendo como me ha ido a mí, no le diría a mi madre que viniese"

Fátima no se llama Fátima; le da miedo decir su nombre verdadero. Es de Casablanca (Marruecos) y tiene 22 años, pero cualquiera le echaría como mínimo 30. Llegó a España de forma ilegal hace un año y medio y en abril presentó los papeles para regularizar su situación. Todavía no le han respondido y está muy nerviosa. "Hace ya tres meses y medio que los presenté", se queja. Cree que eso quiere decir que la respuesta es negativa.Cuando Fátima tenía 14 años se cayó y se fracturó una cadera. La operaron tres veces, pero no se lo trataron bien y ahora cojea mucho. Al hablar, sonríe todo el tiempo.

Es la menor de cinco hermanos y todos los demás están ya casados. Decidió venirse sola, "a la aventura", dice. "Para ver si aquí ganaba dinero y me podía curar la pierna, porque allí me decían que no se podía hacer nada más. Y también para mandarle algo a mi madre". Pagó 750.000 pesetas para llegar a España en uno de los barcos que cubre normalmente el trayecto desde Marruecos. Sus tíos le prestaron el dinero.

Fátima, sin embargo, todavía no les ha podido devolver nada. Desde que está en Madrid, apenas ha trabajado. Nada más llegar acudió a ATIME (Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España), y desde allí la pusieron en contacto con unas monjas que se ocuparon de ella. Les está muy agradecida: "Vivía y comía con ellas. Además, me llevaron a una clínica donde me están curando la pierna. Ahora estoy mucho mejor", cuenta.

Estuvo viviendo con ellas un año y dos meses. "Normalmente la gente se queda tres [meses], pero a mí me dejaron quedarme más tiempo porque estaba enferma". Ahora vive con una amiga y ha encontrado un empleo. Va a limpiar a una casa cuatro horas a la semana, pero no es suficiente. Necesita ganar mucho más para devolver todo lo que debe. Pero mientras no tenga documentos le será bastante más difícil encontrar trabajo.

Ella dice que presentó toda la documentación necesaria. Ha usado los recibos del médico para demostrar que había llegado a España antes del 31 de junio de 1999, y dice que había solicitado un permiso de trabajo antes del 31 de marzo de este año. Pero no es demasiado optimista y piensa que el Gobierno discrimina a los ciudadanos marroquíes. "Nos ponen más dificultades", lamenta.

A pesar de todo, quiere quedarse. Con o sin papeles. No está dispuesta a volver ahora que ha encontrado algo. Aún así, está muy decepcionada. Esto no es lo que esperaba. Por el momento, no le ha dicho a su madre que venga y tampoco tiene pensado hacerlo "porque viendo como me ha ido a mí...", dice con una sonrisa.

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