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Viaje al futuro

El impacto de la tecnología Pedro de Alzaga

David Gelernter tiene un título mucho más importante que los que cuelgan de las paredes de su oficina en la Universidad de Yale: haber sido víctima de uno de los terroristas más famosos de EE UU y vivir para contarlo.El 24 de junio de 1993, David Gelernter perdió varios dedos de su mano derecha, la visión en un ojo y quedó sordo de un oído al abrir una carta bomba dirigida a él con todo el cariño de Unabomber, el terrorista más buscado por el FBI en el último cuarto de siglo. "La gente con título universitario no es tan lista como se cree", decía una de las misivas enviada dos años después por Unabomber ("que calificó a Gelernter de "tecnoempollón").

Durante su estancia en el hospital, Gelernter compaginó su convalecencia con el golpeteo de las teclas del ordenador portátil en el que escribió sus memorias. El autor de Mirror Worlds continuó, más tarde, su labor de narrador del impacto de la tecnología en la sociedad. Es precisamente su opinión de que las personas hacen gala de un cierto victimismo ante la tecnología la que choca con las instituciones, que se dedican a vigilar las eventuales amenazas contra la intimidad que trae consigo el desarrollo tecnológico.

Más información
¿TENDREMOS INTIMIDAD EN EL AÑO 2025?

Una de estas asociaciones es el Centro de Información sobre

Intimidad Electrónica (EPIC, en sus siglas inglesas), que mantiene un ojo abierto ante las posibles violaciones del derecho a la intimidad de las personas que navegan por la red.

Según el EPIC, no es necesario recurrir a 1984, el manido libro de George Orwell, para hablar de un riesgo a la intimidad en las comunicaciones electrónicas. Sobre todo, en un momento en que los Gobiernos del Reino Unido y EE UU han puesto en marcha sendos planes para pinchar las líneas de datos en busca de información que pueda ser una amenaza contra la seguridad del Estado. Las empresas, por su parte, han refinado hasta tal punto, las técnicas de captación de datos de sus clientes, que han conseguido llamar la atención de Adbusters (http://www.adbusters.org), una organización que ha elegido el boicot como medio para obligar a las corporaciones a frenar su infovoracidad.

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