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El verano en que empezó todo

Más allá de los médicos, algún que otro iniciado y, por supuesto, los ciclistas entre otros deportistas, nadie sabía hasta el verano de 1998 que existiera una hormona humana llamada eritropoietina (EPO), producida por el riñón y que controla la fabricación de glóbulos rojos. Pero llegó julio del 98, llegó el Tour, y la EPO se puso en boca de todos. Horas antes del comienzo de la prueba, la policía francesa detiene al masajista del equipo Festina Willy Voet cuando intentaba entrar en el país con 250 dosis de EPO en su poder. No era el primer caso, ni siquiera la primera detención -en marzo de ese mismo año dos masajistas del TVM holandés ya habían sido detenidos en Reims con 104 jeringas de EPO encima-, pero sí se convirtió en el más conocido, en el principio de la cruzada contra la hormona maligna. El Festina fue expulsado del Tour, el TVM intentó huir de la quema abandonando la carrera cuando ésta pasaba por Suiza, y los equipos españoles (ONCE, Banesto y Kelme) se volvieron a casa, en protesta por la caza de brujas que se desencadenó en días posteriores. Perdido el pudor con el caso Festina, la sombra de la EPO alcanzó a todos, equipos y corredores. En agosto, cuatro ciclistas italianos eran expulsados de la Vuelta a Portugal; en octubre, Zülle, Dufaux y Meier reciben ocho meses de sanción; en noviembre, varios expertos hallan rastros de dopaje en los ciclistas del TVM; en abril de 1999, las acusaciones alcanzan a Bugno y al Lotto; en mayo, detienen en París al campeón belga Frank Vanderbroucke... Y en junio, la segunda gran bomba: positivo de Pantani y expulsión del Giro a dos días del final y cuando era líder.

Más información
El COI apuesta por un doble análisis de sangre y orina para detectar la EPO

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