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El ex general Powell refuerza en Filadelfia el 'viaje al centro' del republicano Bush

a La intervención, en la madrugada de hoy, del general retirado Colin Powell en la Convención Nacional Republicana es el primer gran paso en el viaje hacia el centro que George Bush propone que su partido realice esta semana en Filadelfia. En los próximos días, la presencia en el podio de otros oradores, como el congresista republicano homosexual Jim Kolbe y George P. Bush, sobrino del candidato presidencial, hijo del gobernador de Florida y de una mexicana e hispanohablante, subrayarán la nueva voluntad del partido del elefante de ampliar su base a grupos sociales mimados hasta ahora por los demócratas. El cónclave republicano, cuyo lema es Renovando juntos el objetivo de América, aprobó anoche por aclamación la candidatura de Bush a la Casa Blanca.

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"Nuestro partido", predicó Arlen Specter, senador por Pennsylvania, "es hoy más abierto, diverso y representativo que nunca". Se trata más de un deseo, el de Bush, que de una realidad, porque el 82% de los delegados en la convención son blancos, el 61% varones y casi todos de clase media alta o millonaria. Pero desde que en 1984 volvieron a nombrar a Ronald Reagan candidato a la Casa Blanca, los republicanos no celebraban una convención presidencial tan unida y optimista como esta. Ven en Bush un caballo ganador, la oportunidad de desalojar de la Casa Blanca a la odiada pareja formada por Bill Clinton y Al Gore y van a por todas. Lo prueba su voluntad de moderar su discurso y no presentar fisuras internas. Y el que se reúnan en Filadelfia, una ciudad tradicionalmente liberal.

Intentando reforzar sus aspectos progresistas, los republicanos subrayaban ayer que precisamente en Filadelfia Abraham Lincoln, el hombre que abolió la esclavitud, fue elegido en 1856 candidato a la presidencia por el partido que hoy utiliza el elefante como mascota. Bush, que solo pisará Filadelfia mañana, realiza una gira por Estados como Arkansas, Misuri, Kentucky, Ohio, Virgina Occidental y Pennsylvania, que en 1992 y 1996 votaron masivamente a Clinton pero que él no da por perdidos frente a Gore. Le acompaña su candidato a la vicepresidencia, Dick Cheney, secretario de Defensa con Bush padre durante la guerra del Golfo y que le aporta a la candidatura del gobernador de Tejas tanto un poso conservador como un pedigrí de profesionalidad en asuntos nacionales e internacionales.

A la ofensiva, victoriosa en estos momentos, del campo republicano, el equipo de Gore replica criticando a Cheney por su historial derechista, incluyendo una negativa a votar a favor de la exigencia de libertad para Nelson Mandela, y presentando a Bush como un hijo de papá. Pero eso no parece hacer mella a los norteamericanos, que, según las encuestas, le dan a Bush una ventaja de más de diez puntos frente a Gore. Otra prueba de la voluntad republicana de presentar un frente unido la da la presencia en Filadelfia de John McCain. El senador y ex héroe de guerra en Vietnam pide ahora el apoyo para el gobernador de Tejas, al que desafió con gran dureza en el ciclo de primarias republicanas.Sin haber renunciado a su objetivo de reformar el sistema de financiación política, McCain anuncia que él y su esposa pasaran unos días con los Bush al terminar la convención republicana y que en el otoño hará campaña al lado de su rival en las primarias.

Para facilitarle las cosas al príncipe de la dinastía Bush, los republicanos reafirmaron ayer una plataforma que, aunque manteniendo la oposición al aborto y el matrimonio homosexual, ya no predica el desmantelamiento del sistema federal de educación pública y proclama que los inmigrante son un "enorme tesoro" para EE UU. Y se han organizado para que no accedan a la tribuna de oradores del Centro de Convenciones Firts Union de Filadelfia militantes que recuerden el extremismo de Newt Gingrich que marcó su política en los noventa. El "conservadurismo con compasión" de Bush, una política que reduzca impuestos y refuerce las Fuerzas Armadas pero sin desmantelar el sucinto Estado de bienestar estadounidense, es el mantra de la convención. Estaba previsto que volvieran a recitarlo en la madrugada de hoy Laura Bush, esposa del candidato y debutante en la gran arena política, y el general Colin Powell, del que se habla como posible secretario de Defensa en un Gobierno de Bush.

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Época de prosperidad

Esta es la semana de los republicanos y Gore se sitúa en un segundo plano. Pero el 8 de agosto anunciará su candidato a la vicepresidencia. Gore sigue contando con que la actual ventaja de Bush se desvanezca cuando empiecen a amarillear las hojas de los árboles. Los estadounidenses, calcula Gore, recordarán que su país vive una época de prosperidad sin precedentes y optarán por la continuidad que él representa. No es una apuesta sin fundamentos. El gran dilema de estas elecciones es saber si EE UU optará por el modelo de 1960 o por el de 1988. En 1960 el republicano Richard Nixon, vicepresidente con Dwight Eisenhower, fue derrotado por el juvenil y esperanzador político demócrata John Kennedy; 28 años después, el padre de Bush, poco carismático vicepresidente de Reagan, arrolló a la esperanza demócrata encarnada por Michael Dukakis.

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