Vacaciones lejos del desierto

"En estos dos meses no se para; tengo el teléfono móvil encendido día y noche", confiesa Manuel Carrasco, presidente de la Asociación Cordobesa de Amigos de los Niños Saharauis y responsable del programa Vacaciones en Paz. Cualquier imprevisto puede surgir en el momento más inoportuno. Esta misma semana debió salir corriendo a un pueblo para poner paz en una familia. Un exceso de mimo había provocado que una hija dijera a sus padres: "O el niño saharaui, o yo".Después de varios años acogiendo durante el verano a estos niños, Manuel Carrasco ha aprendido de ellos unos valores y modos de comportamiento poco habituales. Los define como "hospitalarios, acogedores y agradecidos". "No tienen nada pero tampoco piden nada; son más felices que nuestros hijos", añade. No les entusiasma pasar horas encerrados en un piso; están acostumbrados a la vida al aire libre y juegan con lo primero que cae en sus manos. El presidente de la asociación cuenta que una vez que se conoce a los padres, éstos dicen que "son una misma familia dividida en dos países" para mostrar el agradecimiento por lo que hacen por sus hijos.

Cuando llega el verano Manuel Carrasco se dedica en cuerpo y alma al bienestar de los niños saharauis. "Aquí no se para: cuando no hay que llevar uno al médico hay que estar con otro en cualquier sitio". Este prejubilado de Telefónica sabe que cuenta con su familia. Sus hijos -Fran, Yolanda, Angel y Loli- e, incluso, sus tres nietos no le fallan aunque su principal apoyo es su esposa, Antonia Chacón. "Ella lo siente tanto como yo y nos ayudamos mutuamente", comenta.

Entre los problemas sanitarios que Carrasco ayuda a solucionar durante la permanencia en Córdoba de los niños se encuentran muchas deficiencias visuales como conjuntivitis y astigmatismo. El presidente de la asociación cuenta que este verano uno de cada cuatro niños volverá con gafas al desierto argelino, un lujo que allí no se pueden permitir. Además, todos vienen con lombrices intestinales, y otras enfermedades originadas por una alimentación deficiente.

Un programa creado por la asociación, con la colaboración de CajaSur, permitirá operar a 25 niños de una poliomelitis provocada por una remesa de vacunas en mal estado o caducadas. Este año se quedará en Córdoba una pequeña con deformidades en las piernas que será operada en septiembre si no para curarla totalmente "sí para mejorar su calidad de vida", apunta Manuel Carrasco.

Vacaciones en Paz, además, persigue fomentar la convivencia con niños de su edad, el perfeccionamiento del castellano como su segunda lengua, o "que conozcan lo que sólo han visto en los libros como un tren o una fuente" explica Carrasco. La gastronomía también despierta la curiosidad de los niños. El presidente de la asociación relata cómo uno disfrutó tanto cenando pisto que, a medianoche, la familia se lo encontró "sentado en el suelo, con la olla entre las piernas, apurando con una cuchara el pisto que quedaba".