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35º CONGRESO DEL PSOE

De la división del viernes a la unidad del domingo

Javier Casqueiro

Este 35º congreso del PSOE ha resuelto, además de un nuevo liderazgo del principal partido de la oposición de España tras cuatro años de crisis y convulsiones internas, una cuestión no menos importante de estilos, talantes, formas y maneras de entender la política.La llegada casi al mismo tiempo de José Luis Rodríguez Zapatero y de José Bono, el viernes, al hotel en el que se alojaron del recinto ferial Juan Carlos I en el que está ubicado el Palacio Municipal de Congresos avisó sobre cómo pensaba desarrollarse ese debate de la imagen. Zapatero apareció por el vestíbulo arrastrando una gran maleta roja, acompañado de su esposa Sonsoles. Bono bajó de su coche oficial con sus ayudantes, se descargaron los bultos y los empleados introdujeron el equipaje en uno de esos armarios con ruedas para trajes que facilitan su traslado entre habitaciones.

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La convención discurrió muy abierta entre esos dos modelos. La ganó Rodríguez Zapatero sólo por 9 votos de los 995 delegados acreditados y culminó con dos mensajes esperanzadores hacia el PSOE del futuro. Uno, que Zapatero, el promotor del "cambio tranquilo", se destapó como un líder con tantas condiciones y deseos de integrar que hasta sorprendió a sus incondicionales. Dos, que convocó a su proyecto a todos los sectores y acabó recabando la autoridad de más del 90% de los votos del congreso.

- Viernes, la crisis abierta. Tras los actos formales y de trámite propios de toda inauguración, el 35º congreso del PSOE adquirió su primera intencionalidad política con el informe de gestión de Manuel Chaves, ahora nuevo presidente del partido y en estos meses desde las elecciones máximo responsable de la Comisión Política. Chaves aprovechó para desbrozar la pauta del debate. Hizo algo de autocrítica con los errores internos del pasado, arremetió contra los movimientos estratégicos y partidistas de algunas políticas del Gobierno del PP y pidió un espíritu de confraternidad para los nuevos tiempos. Ya por la tarde, la mayoría de los jefes de las distintas delegaciones suscribieron la filosofía del discurso de Chaves. Todos no.

El portavoz oficial de la Federación Socialista Madrileña, el guerrista José Acosta, advirtió con su habitual tono duro y seco del hilo crítico que luego recogió el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Los guerristas, en suma, no asumen que la responsabilidad de los evidentes errores cometidos estos años sea de todos. Hasta Alfonso Guerra recordó que ellos han estado fuera de las decisiones y habían avisado sobre las consecuencias.

Esa tarde y sobre todo esa noche se multiplicaron las reuniones y citas para concentrar esfuerzos y votos entre los partidarios de los cuatro aspirantes a la Secretaría General: Rosa Díez, José Bono, Matilde Fernández y José Luis Rodríguez Zapatero. Abanico que nunca antes se había desplegado. Hasta se intentó, de nuevo sin éxito, un pacto de última hora entre los candidatos con más opciones: Bono y Zapatero.

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Las comisiones de trabajo se reunieron y esa madrugada dejaron sentado, no sin abucheos de los guerristas por los procedimientos, que la elección del secretario general sería a una vuelta y media, es decir con una primera votación al candidato electo y otra al secretario general y su ejecutiva.

- Sábado de candidatos. Por la mañana, los cuatro aspirantes desgranaron sus discursos. Díez, presuntamente la más débil, se defendió de los rumores de retirada y apeló al corazón. Bono, que se veía ganador, prescindió de las batallas internas, presumió de sus éxitos electorales y se precipitó a arremeter contra las políticas del Gobierno de Aznar. La conferencia de Fernández disertó sobre el auténtico socialismo. Rodríguez Zapatero mitineó, en sus gestos y modos, como en los mejores tiempos de Felipe González.

Los delegados votaron. Ganó Zapatero y recibió la noticia por teléfono móvil mientras comía algo de fiambre en un hotel cercano. Se abrazó a uno de los comensales presentes, miembro de la nueva ejecutiva, y ambos memorizaron la fecha para su historia: 22 de julio de 2000. Luego llamó a su esposa y a su padre.

Esa tarde, esa noche y esa madrugada se sucedieron las entrevistas con las federaciones y personalidades relevantes para componer una Ejecutiva de mayoría.

- Domingo de unidad. La Ejecutiva, ya sin guerristas, fue refrendada por el 90,2% de los votantes. Zapatero pronunció su primer discurso como líder máximo del PSOE y abrió una etapa distinta en el partido: respetuosa con la nostalgia de la época que marcó Felipe González desde 1982, pero preocupada sobre todo por hacer posible la esperanza para ganar las elecciones de 2004.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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