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35º CONGRESO DEL PSOE

Los candidatos pugnan por reunir el mayor número de avales

Contratiempos para Díez

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La competitividad entre los candidatos que optan a la secretaría general del PSOE se trasladó ayer incluso a la búsqueda de avales para poder formalizar la candidatura. Los aspirantes necesitan el aval de 98 delegados -el 10% del total- para tener derecho a presentarse, pero los colaboradores de José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero se tomaron este procedimiento formal como una carrera para demostrar su fuerza y atraerse el voto útil de los renovadores.Las oficinas de los candidatos, instaladas en el mismo Palacio de Congresos, eran ayer un bullicio de delegados aportando nuevas firmas. El plazo para presentar los avales concluye esta mañana y anoche la mayoría de aspirantes trataba todavía de aumentar el número.

Según los datos facilitados por portavoces de las mismas delegaciones, anoche José Bono superaba holgadamente las 300 firmas -su objetivo era obtener 400-; José Luis Rodríguez Zapatero alcanzaba las 250 -aspiraba a llegar a 300-; Matilde Fernández se aproximaba a las 200, aunque tenía la intención de presentar únicamente las que marca el reglamento, mientras que el equipo de Rosa Díez decía disponer en torno a las 150 firmas.

Díez fue la principal víctima de esta guerra de avales. Ayer se extendió entre los delegados el rumor de que Díez no lograría reunir los avales mínimos, un extremo que sus portavoces no cesaban de desmentir. Los seguidores de Díez achacaban la propagación del rumor tanto al equipo de Bono como, especialmente, al de Rodríguez Zapatero con el objetivo de atraerse el voto útil.La pugna tuvo otro contratiempo para la candidatura de Díez, que previsiblemente es la que dispone de menos firmas de apoyo. Si un delegado avala a dos candidatos, ambos avales son considerados nulos. Los seguidores de Rosa Díez temían que, ante la ofensiva de Bono y Rodríguez Zapatero para ganar la pugna, algunos de los delegados que firmaron el aval de la aspirante suscribieran también otras opciones renovadoras y, por tanto, la firma no contabilizara.

Las candidaturas se lanzaron a competir por los avales con motivo del valor simbólico que supone encabezar esta clasificación. No obstante, los propios portavoces admitían que el número final de avales aportados es, en la práctica, irrelevante, ya que no hay ninguna relación entre las firmas recogidas y los votos que puedan lograrse en una votación secreta. La experiencia de Joaquín Almunia, que recogió miles de avales para presentarse a unas primarias que luego perdió frente a José Borrell, estaba en mente de no pocos delegados.

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