Bono y Zapatero se atribuyen el apoyo mayoritario de los delegados socialistas
Nadie se da por vencido. José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero se atribuían ayer el apoyo mayoritario de los 998 delegados del 35º Congreso Federal del PSOE, por lo que ninguno de los dos aceptaba anoche los intentos de mediación promovidos por dirigentes de las federaciones mayoritarias en busca de la retirada de uno de ellos. Esta actitud mantenía a una gran bolsa de delegados con la incertidumbre de qué opción tomar cuando, a primera hora de esta tarde, se abran las urnas para elegir al nuevo secretario general. Ayer las alianzas no fueron posibles y los cuatro candidatos -Bono, Rodríguez Zapatero, Matilde Fernández y Rosa Díez- optaron por someterse hoy al veredicto de los compromisarios. Los posibles acuerdos los afrontará el nuevo líder del PSOE en la formación de la Comisión Ejecutiva Federal.La primera jornada del 35º Congreso, que se celebra en el Pabellón Municipal del Parque Ferial Juan Carlos I de Madrid, dio cabida a todo tipo de especulaciones, y sus posteriores desmentidos, sobre pactos entre candidatos y, por tanto, sobre la posible retirada de alguno de ellos. No hubo acuerdo, pero se intentó a lo largo de todo el día.
Dirigentes andaluces en sintonía con otros secretarios regionales planteaban volver al esquema que idearon hace más de un mes: convencer a Rodríguez Zapatero y a Bono de que llegaran juntos a la carrera pero con la previa retirada de la primera línea de uno de los dos. A medianoche, el entorno de Zapatero descartaba de plano, por imposible, cualquier acuerdo en esta línea, e incluso se rechazaba la posibilidad de que a lo largo de la madrugada Zapatero pudiera mantener alguna conversación con Bono.
El encuentro entre ambos no sería muy difícil, dado que los dos tienen sus respectivos despachos a pocos metros de distancia y un piso por debajo de las dependencias de las dos candidatas, Matilde Fernández y Rosa Díez. Pero no llegó a producirse. Lejos de ello, los dos candidatos varones no se dieron un minuto de descanso y, a través de sus colaboradores, proclamaban sus respectivas victorias. En este estado de euforia, los partidarios del presidente castellano-manchego se atrevían a asegurar que Bono podría superar hoy el 50% de los apoyos del congreso.
Pero las delegaciones mayoritarias no tenían tan claro un resultado de ese calibre. Su preocupación estaba en que el nuevo secretario general del PSOE no salga del congreso con un apoyo exiguo, por mucho que luego complemente el porcentaje en la votación de mañana para conformar la nueva la ejecutiva. De ahí su interés en que las primeras horas de esta mañana sean aprovechadas todavía para intentar por última vez un pacto entre "la mayoría del partido".
Los cabezas de delegación hablaban ayer abiertamente entre ellos de cómo forzar ese acuerdo, pero también se veían obligados a no pronunciarse claramente ante sus compromisarios por uno u otro candidato. Primero fue Cataluña y después la Comunidad Valencia, cuyos dirigentes comunicaron a los suyos y, lo transmitieron públicamente, que había libertad de voto; algo que ocurrirá en todo caso, dado que es secreto.
Tanto Bono como Rodríguez Zapatero se reunieron por separado, uno a uno, con todos los dirigentes territoriales para exponerles sus proyectos y comunicarles sus deseos de hacer una ejecutiva integrada. Entre tanto, Rosa Díez mantenía su tesis sempiterna de que los delegados son dueños exclusivos de sus votos y confiaba en que apuesten hoy "por el cambio". Díez fue objeto de ataques de todos los sectores empeñados en transmitir que sus apoyos podían irse en otra dirección. La tranquilidad era evidente en la candidata Matilde Fernández, que confía en la cohesión del grupo que la apoya.
Manuel Chaves, presidente de la Comisión Política, mientras, se resistía a atender los llamamientos de los principales barones territoriales para que interviniera en la formación de un pacto que ayudara a "forjar una mayoría sólida". La frase más repetida de los barones era: "Lo que diga Manolo".
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