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Vitoria recuerda su cambio urbano en la memoria visual del archivero Santiago Arina

Santiago Arina (Vitoria, 1909) fue de 1931 a 1979 funcionario del Ayuntamiento de Vitoria en su sección de archivo. Gracias a su voluntarioso trabajo, el municipio cuenta con una cuidada colección de fotografías, de las que él mismo es autor en buena parte, sobre todo durante el periodo que va de 1956 a 1977. Ahora, el Centro Montehermoso expone una selección de dichas imágenes que reflejan cómo en esos años la ciudad vivió uno de sus mayores cambios urbanísticos.

Afán por construir

Con la invención de la fotografía llegó la minuciosidad a la memoria de las ciudades. No es extraño que en la mayor parte de ellas el archivo local cuente con una sección de fotografía, en la que se van acumulando las imágenes que se toman de sus eventos, obras o habitantes. Pero en Vitoria, además, el archivo ha contado con la presencia de Santiago Arina a su frente, quien ha sido responsable de buena parte de ese contenido gráfico, con una aportación de 22.500 negativos.Parte de este trabajo se ha seleccionado para la exposición que se inaugura hoy y que se podrá visitar hasta el 27 de agosto. La exhaustiva muestra que se presenta en dos plantas del Centro Cultural Montehermoso, está acompañada de recuerdos personales de Arina, desde su infancia y juventud hasta su vida como funcionario municipal, con una reproducción de su cuidada mesa de despacho y de su laboratorio, donde revelaba esas instantáneas de la vida de aquella ciudad de provincias que era la Vitoria de los años 50, 60 y 70.

Las imágenes no son de una calidad fotográfica deslumbrante, pero sí poseen esa minuciosidad bibliotecaria que hará las delicias de los vitorianos y conocedores de una ciudad, marcada en aquellos años por dos elementos hoy desaparecidos: el Ejército, a veces omnipresente, y el ganado doméstico (reatas de burros y mulos, vacas en mitad de las calles).

En lo que no ha cambiado la ciudad a partir de esas miradas de Arina es en el afán constructor. En aquel tiempo, como ahora, los bloques de casas comenzaban a desplegarse alrededor del centro de la urbe. Entonces, ese avance urbanístico daba origen a barrios hoy ya veteranos como Desamparadas, Adurza o Zaramaga. La fotografía de la colocación de la primera piedra de este último barrio es emblemática: aquel 1 de mayo de 1959 el protagonista todavía no era el obrero correspondiente, vestido con pantalones blancos, sino la autoridad militar y eclesiástica.La vida cotidiana no tenía grandes celebraciones diarias. De ahí que acontecimientos como la llegada de una vuelta ciclista movilizaran a toda la ciudadanía. O las procesiones, de las que Arina recopiló una excelente muestra de esas manifestaciones piadosas que recorrían las calles día sí, día también. Como ejemplo, Domingo de Ramos, Virgen de la Aurora, San Prudencio o el recibimiento a los Padres de la Misión el 25 de marzo de 1962.

Menos mal que quedaba la visita a los mojones, una de las fiestas civiles con más raigambre en la capital alavesa. Las imágenes son pintorescas y entrañables, con los munícipes a caballo recorriendo todos los límites de la ciudad o los propios vitorianos haciendo cadenetas en la romería posterior en las campas de Olárizu.

En la exposición hay también fotografías curiosas, como el cartel que da la bienvenida a Vitoria en el que se lee "buenas tardes", lo que supone que había un operario para cambiar el cartel según el momento del día. O aquella en la que figura un jovencísimo Juan Carlos de Borbón paseando sin escolta, sin olvidar un grupo de limpiadoras municipales batiendo alfombras en mitad de la plaza de España, antes de la popularización del aspirador.

La exposición supone la cuarta muestra de imágenes del Archivo Municipal de Vitoria y la primera dedicada exclusivamente a un solo fotógrafo.

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