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'Panoramis': el buque de lujo con patente de corso

El buque Panoramis no estaba listo para navegar. Se varó con prisas y sin la bendición del capitán mayor Eduardo Zaplana, después de que uno de sus armadores, el empresario Joaquín Arias, lanzara su cargo por la borda. Su cascarón se había armado en un astillero pantanoso. Pudo haber hecho aguas: la inspección llegó después de que el barco realizara su primera travesía. Pero no hubo heridos.Panoramis es un impresionante complejo de ocio con silueta de crucero de lujo que ha transformado el muelle de Poniente del puerto de Alicante en un waterfront al estilo del Maremàgnum del puerto de Barcelona. Éxito asegurado.

Joaquín Arias, uno de los empresarios más poderosos de Alicante -controla el transporte interurbano del área metropolitana- arrojó el puesto dos semanas antes de flotar el barco: demasiados capitanes, acaso corsarios del poder político, para dirigir el barco. Arias es de tierras de secano y se atrevió a desplegar su poderío en zona de lobos marinos.

El lugar donde se impulsó Panoramis tiene un asombroso parecido con el de un despacho oficial. El astillero donde se construyó era un almacén en desuso, los Depósitos Francos, unas instalaciones agraciadas con una concesión portuaria en un lugar privilegiado. Al otro lado del puerto, en el muelle de Levante, la actividad industrial había dejado paso a un puerto deportivo y a un puñado de exitosos restaurantes y locales de copas. Buen negocio. ¿Por qué no hacer lo mismo en Poniente?, se preguntaron los responsables de Depósitos Francos.

Manos a la obra, los empresarios toparon con un problema de primera magnitud: el Plan Especial del Puerto, aprobado en el Ayuntamiento por unanimidad en 1995, no permitía la construcción de un complejo de ocio en Poniente. Pues que lo cambien en los despachos oficiales. Dicho y hecho.

La Autoridad Portuaria de Alicante, cuya sede se encuentra a escasos 50 metros del astillero de Panoramis, propició el cambio de uso necesario para satisfacer las pretensiones de los empresarios. La mercantil que explota el negocio de Levante, Marina Deportiva, hizo lo que pudo para impedir la llegada de competidores, y el Grupo Socialista en el Ayuntamiento, en la oposición, denunció que la modificación de uso que iba a imponerse con la complacencia del gobierno local del PP era un "pelotazo de primer orden". El argumento de los socialistas era el siguiente: si el Plan Especial del Puerto nació por unanimidad, cualquier modificación del planeamiento debería alcanzarse por consenso. Ilusos. El plan se modificó y a la oposición sólo le quedaba una posibilidad para evitar el pelotazo: llevar el caso al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, órgano que aún tiene pendiente resolver el contencioso.

Panoramis se construyó raudamente. Y se inauguró temerariamente: sin licencia de primera ocupación, es decir, sin la preceptiva revisión de los técnicos del Ayuntamiento. El alcalde, Luis Díaz Alperi, del PP, cortó la cinta a sabiendas de que el complejo carecía del permiso municipal y de que no estaría terminado hasta unos días después. Luego, tras leer y escuchar la denuncia de la oposición, se precipitó a conceder los permisos por la vía rápida, batiendo todos los registros de eficacia y rapidez en la burocracia municipal.

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Ahora, los almacenistas de aquellos zarrapastrosos Depósitos Francos -Juan Antonio Sánchez León, Ramón Borja Berenguer, entre otros- y el omnipresente empresario local Enrique Ortiz, son corsarios de crucero de lujo. Joaquín Arias se jubiló de capitán, pero mantiene su capital.

Si se instaurara un premio a la solución de conflictos jurídico-urbanísticos por la vía rápida en la Comunidad Valenciana, no habría dudas: Panoramis. No todos tienen patente de corso.

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