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Una adolescente desafía al régimen de Túnez

"No ha sido demasiado duro porque estaba muy rodeada de apoyos". La tunecina Nadia Hammami resta importancia a su reivindicación pese a que a sus 17 años ha sido, probablemente, la más joven huelguista de hambre del mundo. Ha estado ayunando durante dos semanas para pedir que se acabe la persecución contra su padre, Hamma Hammami, y el acoso a su familia en Túnez. "No podía seguir soportando esa situación". Ahora descansa en París desde donde habló con EL PAÍS.Nadia es hija del que fue portavoz del Partido Comunista de los Obreros de Túnez, una formación prohibida pese a que no preconiza la violencia, condenado en rebeldía en julio de 1999 a nueve años de cárcel por "asociacionismo ilegal". Tras múltiples detenciones y numerosas sesiones de tortura, Hamammi no ha querido volver a la cárcel y vive ahora en la clandestinidad. Su madre, Radhia Nassraoui, abogada, se dedica, en cambio, a defender ante los tribunales a hombres y mujeres como su marido pero que no pudieron escaparse de la policía.

Más allá de su imagen de destino turístico del Mediterráneo, Túnez es una dictadura cuyo presidente, Ben Alí, fue reelegido en octubre con el 99% de los sufragios. Amnistía Internacional asegura que hay en el país "cerca de mil presos políticos", en su mayoría islamistas e izquierdistas.

"Mamá pensaba que no había llegado el momento pero yo me decidí a empezar la huelga", cuenta Nadia, inspirada por el largo ayuno de protesta en primavera del periodista tunecino Ben Brik. Lo hizo hasta que el martes la interrumpió atendiendo los llamamientos del comité de apoyo a su padre y de los médicos. "Estaban preocupados de que hubiese perdido siete kilos", señala.

Nadia no lleva la vida de una adolescente normal. Vive vigilada en la calle o en la puerta del colegio por policías de paisano que la siguen sin disimulo. "Me incomodan a mí y temo más aún que incomoden a mis amigas", comenta. "Lo peor es el fin de semana. No me puedo divertir estando vigilada". Teme que a su regreso al colegio el mes próximo, "el hostigamiento empeore".

Un primer consuelo Nadia lo ha encontrado con sus compañeros de colegio. "Son solidarios conmigo aunque me lo manifiestan bajo cuerda, nunca en voz alta". "En el Liceo se habla cada vez más libremente porque ya no soportamos seguir viviendo en la asfixia".

Las notas que obtiene son una segunda alegría para Nadia. "Estudio mucho para demostrarles que no me van a derrotar y soy buena en matemáticas", comenta satisfecha. "No sé lo que quiero ser de mayor pero sí que me gustaría vivir en un Túnez democrático".

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El acoso policial que padece la adolescente no es nada comparado con el calvario que sufre su madre. "Tres veces le han saqueado el despacho, la última le robaron incluso un montón de documentos imprescindibles para su trabajo, y la policía amedrenta con frecuencia a sus clientes que, asustados, renuncian a veces a su defensa", asegura Nadia. "El nivel de vida de la familia han caído en picado".

Túnez es el único país árabe en el que un puñado de mujeres juega un papel destacado en la oposición al régimen. Con su huelga de hambre, que compartió con otra mujer, Najoua Rezgui, de 27 años, Nadia se ha sumado a ellas. ¿Por qué son más valientes las mujeres tunecinas? "Es en parte a causa de Burguiba", el anterior presidente del país que promulgó un estatuto ventajoso para la mujer. "Pero no hay que hacerse ilusiones", añade. "Que las chicas lleven minifalda no significa que los maridos hayan dejado de pegarlas".

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