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El desliz de Enric Truñó

El mejor defensor del proyecto olímpico de Granada es Enric Truñó. Para eso le pagan. El ex concejal de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona durante 19 años fue contratado por el alcalde de Granada, José Moratalla, para dirigir el informe de viabilidad de la candidatura. Fue presentado casi como un héroe: uno de los principales responsables de que Barcelona lograra organizar los Juegos Olímpicos de 1992. Y aunque contribuyó al éxito catalán, sus méritos fueron empañados por un desliz que le costó caro. En noviembre de 1982, tras una reunión en Lausana (Suiza) con el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, Truñó aseguró en Barcelona: "Ganaremos, pero porque nuestro proyecto está muy bien, y no como Seúl, que compró a todos los miembros del COI para lograr los Juegos".Estas declaraciones provocaron un tremendo enfado a Samaranch, obligaron a Truñó a dimitir como concejal y fue apartado de las tareas directivas del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Barcelona hasta que Pasqual Maragall, tres meses después, lo reintegró en la Oficina Olímpica.

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Luces y sombras olímpicas
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