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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

En tierra de nadie

El PNV sigue intentando colocarse en una posición equidistante entre quienes le reclaman que se reintegre a la unidad básica de los demócratas y los que apoyan el pacto soberanista de Estella a pesar de la presencia en sus filas del brazo político de ETA. Volvió a hacerlo ayer en su Asamblea Nacional, que se reunió para ser informada por la ejecutiva y el lehendakari Ibarretxe de la conflictiva situación política vasca. La convocatoria coincide en el tiempo con nuevas expresiones del desafío planteado por los terroristas: la explosión del coche bomba colocado el miércoles en el corazón de Madrid y los atentados fallidos, el día 7, contra un hostelero de Ordizia, y el jueves pasado, contra el vicepresidente de UPN. En este crudo escenario, situarse en medio no es garantía de acierto, sino muestra de confusión. El anuncio de ruptura de los acuerdos que mantiene con Euskal Herritarrok en los municipios guipuzcoanos, comunicado ayer mismo, resulta compatible con la aprobación, esta misma semana, del plan de actuación de Udalbiltza, la asociación de municipios de Euskal Herria nacida del Pacto de Estella. Cabe preguntarse por qué han tenido que transcurrir siete meses de ofensiva terrorista, jalonada por cinco muertos, para que el PNV comunique tajantemente a ETA y HB que antepondrá siempre la defensa de los derechos humanos "a cualquier labor conjunta". Una advertencia que coexiste con el intercambio de borradores con EH sobre la superación del "actual marco jurídico-político" (el estatuto) y con la insistencia del portavoz del partido, Joseba Egibar, en seguir explorando la senda del soberanismo. El PNV prosigue así su alejamiento por etapas de EH, pero manteniendo unos vínculos con el Pacto de Estella que resultan inaceptables para los partidos democráticos. Sus dirigentes continúan amarrados psicológicamente a un esquema de "construcción nacional" que no encaja con la realidad social y política de esa Euskal Herria imaginada.

No parecen tener otra alternativa que la de ganar tiempo y esperar en tierra de nadie que los acontecimientos decidan por ellos. Es la postura del lehendakari Ibarretxe al obcecarse en promover una mesa de diálogo inviable en las actuales circunstancias, en vez de hacer frente a la situación de minoría en que se encuentra su Gobierno desde la ruptura en febrero del pacto de legislatura con EH. Un orden natural y democrático de prioridades en el País Vasco reclama en primer lugar articular una respuesta conjunta de los demócratas, como ayer pidió la patronal vasca Confebask, ante quienes hacen de la muerte y el chantaje el instrumento imprescindible de su acción política.

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