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TOUR 2000 12ª etapa

Abran paso a Joseba Beloki

El corredor del Festina se consagra al frente de la nueva generación

Carpentras. Salida de la etapa en que el Tour regresa al Mont Ventoux. Al mito. Poco antes de las once de la mañana, Joseba Beloki pasea con su bicicleta. Contento porque luce el sol y no hace frío, que le mata.-"Míralo, Joseba. Ahí está. Allá arriba. El Mont Ventoux".

-"¡Uf! No lo quiero ni ver".

Beloki se tapa los ojos con una mano. Pero sigue contento. Él sabe que le cae simpático al Ventoux. Ayer fue su tercera ascensión. Todavía recordaba aquélla del 98, cuarto en una cronoescalada de la Dauphiné Libéré, cuando los directores de otros equipos se empezaron a fijar en aquel desconocido corredor del Euskaltel. En esto se cruza con José María Jiménez y chocan las palmas de las manos. "¡Belo!", grita el Chava.

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Terminó ayer la etapa y Beloki no se tapaba los ojos. Se los frotaba. Tercero en la etapa, detrás de Armstrong y Pantani y por delante de Ullrich. Tercero en la general... Y eso que la jornada no resultó fácil para él. "Me he caído a falta de 30 kilómetros para el final, antes de la última cota", relató ya en la cima. "Nos hemos enganchado varios y me he ido al suelo. Me dolía la muñeca, y ahora más todavía".

A él, no obstante, le mueve una rabia interior. Es uno de sus distintivos, el nervio. A veces lo suelta demasiado, y le cuesta controlarlo. "Pensaba que podía ganar la etapa. Pero Juan me dijo que intentara resguardarme del aire y aguantar una buena rueda". La de Ullrich. La siguió, y tuvo que frenar su ímpetu. "No tenía que cebarme con Pantani. Estuve a punto. Me veía bien y he empezado a calentarme. Menos mal que me han hablado por el auricular y me han frenado". No sólo resistió a Ullrich, sino que le adelantó en la última curva.

La gesta del Mont Ventoux ha consagrado a Joseba Beloki. Un ciclista con una progresión constante y un estilo propio: gran escalador (sube a ritmo, no a tirones); aprendiz de contrarrelojista (este año se ha preparado a conciencia en el llano, con ejercicios de fuerza) y excelente en el terreno mixto, la cronoescalada. Él se está abriendo un hueco como máximo exponente de la nueva generación española (junto con Heras, Mancebo, y Freire y Sevilla, ausentes del Tour), que ha desplazado en el Tour a la vieja guardia (Escartín, Olano...) y que está lanzando un toque de atención a la hornada intermedia, la de Jiménez y Casero.

En realidad, la clasificación por generaciones resulta un tanto ficticia. Beloki es un profesional tardío. Cumplirá 27 años el próximo mes, pero sólo hace tres que ingresó en el pelotón. Y a él no le gustan las prisas. Su estilo cuadra más con la cautela: "Me haría ilusión acabar entre los diez primeros. O con ganar una etapa también me daría por satisfecho. Yo ya he cumplido". Lo decía ayer, sí. Con la tercera posición de la general confirmada. "Pero no quiero ilusionarme pensando que puedo subir al podio, porque siempre que me ilusiono y fallo, me hundo luego".

Esta ultraprecaución suya nació en el Tour del Porvenir en que acabó segundo. Lo tenía en su mano, pero Christophe Rinero le quitó la victoria en una nevada subida a la Madeleine. O posiblemente la incubó desde mucho antes, porque su carrera ciclista le ha dado varios vuelcos imprevistos. Con 24 años pensó acabar la temporada y colgar la bici. Nadie se atrevía a concederle la oportunidad en el profesionalismo. "Hubo momentos duros, en que piensas que no pasarás. Dices: 'hay 4.000 aficionados en España y sólo pasan diez'. Pero me tocó".

También se decía hace dos años que nunca sobrepasaría la barrera del ciclista medio. Y ahí anda, en el podio del Tour. Ahora todavía piensa que nunca tendrá la calidad de otros, y menciona a Jalabert y Olano. "Ellos están en los primeros puestos de la clasificación mundial. Yo estoy en el 80", razona. Él no deja de sorprenderse. No conoce sus límites. Pero tiene el listón alto. Un tercer puesto en el Ventoux, ni más ni menos. Si logra el podio en París tendrá que empezar a creérselo.

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