Dos mujeres
Rosa Aguilar y Concha Caballero no acaban de llegar a IU, como le recuerdan Frutos o Valderas y demás compañeros de viaje al fracaso, han estado totalmente implicadas, han defendido, con una torpeza que nublaba la perspectiva de futuro, la estrategia de una dirección ciega a todo no que no fuera su intransigente manera de entender la acción política, cuando no arrastrada por intereses a los que, conscientemente o no, servía de manera lamentable. Aguilar y Caballero no son inocentes de la política que ha llevado a IU al fracaso, por haber dejado a una parte de la izquierda sin esperanza, y por haber practicado una política que con frecuencia borró los límites entre la izquierda y la derecha con la que se alió para acabar con el largo poder del PSOE. Si en IU no empiezan a plantearse en serio una ruptura total con su fracasada estrategia, la coalición acabará desapareciendo en un mar de nostalgias de lo que pudo haber sido y no fue.
Rosa Aguilar y Concha Caballero quieren romper amarras con el pasado de fracaso. Han empezado a mostrar las ganas. Su denuncia de que IU ha tocado fondo y de que su proyecto se ha quedado viejo, su deseo de renovación ha sido calificado por Francisco Frutos de "ideología barata" y tampoco mucha, sólo "cinco duros de ideología barata".
En IU tienen los viejos dirigentes una forma algo zafia de hacer titulares, también la han practicado Aguilar y Caballero. todos han contribuido a hacer de IU algo intransitable, pero ellas ahora traen un deseo de cambio. Les será difícil vencer la resistencia de las viejas voces que se alzan exigiéndoles autocrítica, que es lo mismo que pedirles silencio. Los que pueden perder nunca se resignan a perder solos, es algo que pasa, en IU y en todos los partidos. No quiere decir que los críticos de IU vayan a ganar ahora, pero sí que por si acaso, los oficialistas se resisten. Pero Rosa Aguilar y Concha Caballero, que también jugaron al pasado cuando todo era presente, tendrán que ganarse la confianza y la credibilidad de quienes esperan, más allá de la izquierda del PSOE, un lugar habitado por más izquierda, lo que no quiere decir menos modernidad. Que hayan sido dos mujeres las primeras en alzar sus voces críticas, no deja de ser estimulante.
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