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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Titulares tramposos

Autocontrol

Menudean titulares como éste, o parecidos: 500 años de cárcel para el violador de... Peor todavía: 800 años de cárcel para el 'comando X' de ETA.El lector no avisado -cualquiera que no tenga conocimientos jurídicos, y, por tanto, la mayoría- debe quedar impresionado por la severidad del tribunal sentenciador y del sistema penal vigente.

Al mismo tiempo, debe pensar, casi de inmediato, que ningún ser humano puede cumplir semejante condena e incluso estar al tanto de que las leyes penales establecen algunos topes máximos de estancia en prisión para el cumplimiento efectivo de una condena.

Sin entrar en disquisiciones jurídicas con otros supuestos, basta con tener en cuenta que, como norma general, el condenado por varios delitos a distintas penas no podrá cumplir más del triple del tiempo de la pena más grave en que haya incurrido y que, "excepcionalmente", dice el Código Penal, llegaría a cumplir 25 y hasta 30 años si alguno de los delitos por los que se le condenó tuviese pena de hasta 20 años, o más de 20, respectivamente.

Esos topes legales, conocidos, sin duda, por cualquier periodista que frecuente la información de tribunales, indican la distancia sideral entre la realidad y titulares como los que se han elegido para ejemplo.

Jacobo Dopico Gómez-Aller, del Departamento de Derecho Penal de la Universidad Carlos III de Madrid, ha escrito al Defensor para protestar por estos cómputos tan engañosos.

Menciona, en concreto, el desvarío que supone sumar, en un titular, las penas que se imponen a varias personas por unos mismos hechos -algo relativamente frecuente en los casos de un comando terrorista-, y señala que resulta "tan inexacto como decir que tres obreros han trabajado 24 horas al día", cuando la jornada de cada uno ha sido de ocho horas..

Pero a Dopico no le preocupa tanto "la mera inexactitud en un tema de técnica jurídica", sino lo que él juzga como una "cierta tendencia que ha de calificarse de sensacionalista" y que, en su opinión, parece necesitar "de cifras desorbitadas en las supuestas penas para hacer atractiva y morbosa la noticia".

Las penas no son supuestas, pero su suma es tan tramposa, por irreal en el cumplimiento, que desorienta a quien las vea acumuladas en un titular.

Hay otro aspecto que preocupa a Dopico Gómez-Aller y que es, probablemente, el más importante de este asunto: la impresión que trasladan estos titulares, cuando se comprueba la realidad, de dejación a la hora de castigar al delincuente.

Aquí basta con atenerse a las normas profesionales que establece el Libro de estilo del periódico cuando exige titulares "inequívocos, concretos, asequibles para todo tipo de lectores y ajenos a cualquier clase de sensacionalismo".

Es cierto que muchas informaciones aclaran, en el texto, el alcance real de las condenas múltiples, pero el Libro de estilo veda este recurso -que, aparentemente, salvaría el defecto- cuando señala: "Los titulares y la entrada deben satisfacer la curiosidad primera del lector, que ha de quedar enterado de lo que ocurre sin necesidad de acudir al resto de la información".

La prensa suele mostrarse hipersensible con cualquier intento de control externo y formula apelaciones constantes a las normas generales que las leyes previenen para cualquier ciudadano y, por supuesto, al autocontrol a la autorregulación de sus comportamientos.La realidad muestra que tras esas protestas se esconde, en demasiadas ocasiones, el temor a ver reducidos los márgenes de impunidad.

Pero los límites del periodismo no deben fijarse, ni mucho menos, en el Código Penal.

Como en cualquier hacer profesional, hay multitud de normas no escritas, más o menos sutiles, de difícil aplicación en casos concretos que configuran un universo de limitaciones, infranqueables para el buen profesional.

Cuando efectivamente se respetan, muestran el ejercicio del cacareado autocontrol.

¿Puede el Defensor felicitarse por uno de estos supuestos? ¿Puede romper otra norma no escrita que le vetaría airear cualquier supuesto que no concluya con una crítica al periódico? Valga la licencia por una vez.

El accidente del autobús escolar, ocurrido el jueves en Soria, y que ha costado la vida a 28 personas, se produjo por el choque entre un autobús y un camión que transportaba ganado porcino.

Las escenas que se sucedieron en el lugar, a partir de este hecho real, pudieron contarse y fotografiarse. Redactores y fotógrafos trasladaron al periódico la realidad vivida. El Defensor ha sabido que había informaciones e imágenes.

La tarea final de edición, tan fundamental en un periódico, prescindió de ellas, evitando que se hiriese a muchos lectores y que se acentuara, innecesariamente, el suplicio de los más allegados a las víctimas.

El Defensor se ha decidido a contarlo por una sola razón: recordar la exigencia, indeclinable, de que se mantengan siempre, aunque no se trate de una tragedia tan lacerante, las mismas cotas de respeto para los protagonistas de las historias que se narran, y para los lectores. Algo que no siempre sucede.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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