Una agencia rusa divulga una lista de 140 altos cargos espiados por grupos privados
El Gran Hermano vive en la Rusia del ciberespacio. La agencia de investigación periodística Freelance Bureau ha colocado en Internet (www.flb.ru) una lista de 140 políticos, oligarcas, empresarios y periodistas sometidos durante años a espionaje, supuestamente por agencias privadas. El grupo de comunicación Most, controlado por Vladímir Gusinski, gran enemigo de Vladímir Putin, es presentado como principal recolector de estos materiales. Uno de sus portavoces dijo ayer que el escándalo es un episodio más de la guerra que el magnate libra con el Kremlin.
Conversaciones textuales
Según aseguró ayer el director de Freelance Bureau, Serguéi Sokolov, esa documentación, que ocupa unos noventa megabytes de memoria, "equivalentes a 50 tomos de las obras de Lenin", ha sido reducida hasta 30 megabytes una vez suprimida la información más delicada o peligrosa de difundir sobre la vida privada de los espiados. De momento, sólo se han difundido por Internet los informes correspondientes a 35 personas. El resto se incluirá el lunes.En la lista figuran oligarcas como Borís Berezovski, Piotr Aven, Vladímir Potanin y Anatoli Chubáis; políticos como el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov; los ex primeros ministros Víktor Chernomirdin y Serguéi Kiriyenko; miembros del actual Gobierno como los titulares de Interior, Vladímir Rushailo; de Justicia, Yuri Chaika, o de Economía, Alexéi Kudrin, y periodistas como los directores de los diarios Moskovski Komsomolets, Pável Gúsev, y Kommersant, Raf Shakírov.
Imperio Most
De acuerdo con los materiales que ya figuran en Internet, la información es anterior a 1998; confusa, poco espectacular y, a veces, falsa, aunque, casi sin excepción, refleja que, con habilidad o con torpeza, todos los citados fueron efectivamente espiados. Ya ha habido varias confirmaciones de que existieron varias conversaciones reproducidas textualmente.Hay casos curiosos como el diálogo entre dos periodistas del diario Máximo Secreto, especializado en destapar escándalos políticos, en la que una de ellas dice: "Todo mi piso está lleno de aparatos de escucha". Y su colega le pregunta: "¿Cómo lo sabes?". A lo que ella replica: "Me lo han dicho mis vecinos. Además, yo lo tenía todo marcado con hilos".
Jonas Bernstein, comentarista de The Moscow Times, se muestra orgulloso de figurar en esta peculiar lista de la "élite rusa" justo al lado de Berezovski, del que, por cierto, se reproduce una conversación con Tatiana Diachenko, hija y asesora de Borís Yeltsin. Reconoce Bernstein que algunos datos que se dan de su antigua vivienda y de su patrona, a la que se presenta como a sueldo del espionaje militar, son ciertos. En cambio, añade, se marra el tiro al afirmar que está conectado con la CIA, que fue corresponsal de The Washington Post (cuando lo fue de The Washington Times) y que está casado con una mujer japonesa.
Según Serguéi Pluzhkikov, otro de los directivos de Freelance Bureau, esa gigantesca base de datos circula desde hace dos años, ofrecida al mejor postor, con un precio inicial de 350.000 dólares (unos sesenta millones de pesetas) que se fue reduciendo "hasta unos doscientos dólares por carpeta". La agencia, cuyos jefes proceden de Máximo Secreto, parece que la compró muy barato.
Según Sokolov, hay indicios de que la información procede en algunos casos de órganos de seguridad estatales como el FSB (heredero del KGB), pero en su mayor parte los indicios apuntan a cuatro servicios privados y, muy especialmente, a los del grupo Most. En esa dirección apuntan, según él, la marca Gr. Most, que aparece en muchas carpetas, y las de la persona que facilitó el paquete a Freelance Boureau.
Dimitri Ostalski, portavoz de Gusinski, consideró ayer "absurdas" estas acusaciones. "Sólo los servicios de seguridad estatales", recalcó, "tienen capacidad para reunir tal volumen de información. Ahí es donde hay que buscar a los responsables". Cree que "no es una simple casualidad" que el caso estalle "precisamente en este momento", en plena guerra entre Gusinski y Putin, aunque no se atreve a asegurar que el presidente esté directamente implicado.
El pasado mes de mayo, fuerzas especiales del FSB asaltaron varias sedes del imperio informativo Most, único medio crítico con el Kremlin que no apoyó a Putin en las legislativas y las presidenciales y que informa con objetividad sobre la guerra de Chechenia. Fuentes de la fiscalía aseguraron luego que se habían encontrado pruebas de espionaje a políticos e incluso empleados. Al mes siguiente, Gusinski fue detenido durante tres días, acusado de estafa. El magnate considera que es objeto de una venganza personal de Putin, que, entre otras cosas, no soporta verse caricaturizado en los muñecos del guiñol de la cadena de televisión NTV. El interés del Kremlin en el caso estaría muy claro: cuando tanto se habla de que vuelven los métodos del KGB soviético (que Putin dirigió cuando se había convertido en FSB), este escándalo demostraría que, más que al espionaje del Estado, hay que temer al de los oligarcas. Suponiendo que todo esto no sea un gran montaje.
Justamente ayer, faltaron los votos de 30 diputados para que la Duma votase a favor de la reposición en la plaza de la Lubianka, ante la sede del KGB-FSB, de la estatua del fundador de la Cheka, Félix Dzerzhinski, el hombre que abrió paso a un Estado policial que aún muestra sus secuelas.
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