Ofensiva terrorista contra el empresariado nacionalista

Entre los sectores sociales vascos a los que ETA ha extendido su amenaza chantajista con atentados directos hay que añadir ahora al pequeño empresario guipuzcoano de afinidad nacionalista, hecho a sí mismo, euskaldún, y, en este caso concreto, de la comarca del Goiherri, de la que históricamente y en la actualidad se ha nutrido la cantera de ETA, que en ella se mueve como en terreno familiar.Si el atentado de Getxo hace una semana situaba en el objetivo terrorista al mundo financiero vizcaíno, la banda ha apuntado ahora a otro modelo: el empresario pequeño o mediano que abunda en el tejido social vasco, especialmente en Guipúzcoa, y que es, por lo general, nacionalista, lo cual le permite presionar sutil e indirectamente a los dos partidos, PNV y EA, a los cuales no termina de atraer a su proyecto soberanista.

La presión de ETA sobre el empresariado vasco y navarro, no sólo del Goiherri, fue notoria desde el momento en el que la banda terrorista anunció la ruptura de la tregua y, poco después, envió una amplia remesa de cartas exigiendo el impuesto revolucionario a un contingente de personas ligadas al mundo empresarial y profesional. ETA logró así crear un clima de opresión que la mantenía presente, aunque no actuara.

A los hasta ahora claros objetivos de la banda en los que se ha centrado en su regreso a la actividad armada, políticos del PSE-EE y del PP, perioditas y miembros del ejército o las FSE, ETA ha añadido un sector cuyo poder de influencia conoce.