El PSC presiona para evitar que el congreso del PSOE consagre una dirección débil
La cúpula socialista catalana pretende que la elección del secretario general del PSOE se haga a dos vueltas, como fórmula para forzar pactos entre candidatos y formar una dirección fuerte. Su objetivo es que el comité ejecutivo se elija 24 horas después, con una candidatura surgida de las negociaciones entre las distintas candidaturas.
La incertidumbre que preside el precongreso del PSOE es excesiva a juicio de los principales dirigentes del socialismo catalán. Y el sistema previsto para la elección del secretario general y la comisión ejecutiva, peligroso, porque en vez de favorecer la integración puede provocar lo contrario: la consolidación de bloques opuestos entre sí sin dar una hegemonía clara a ninguno.Pasqual Maragall acompañó ayer a Manuel Chaves, el presidente de la Comisión Política del PSOE, en una parte del recorrido que éste hizo por carretera desde el aeropuerto de El Prat a Zaragoza, donde se reunió con la dirección de los socialistas aragoneses. El objetivo de Maragall era transmitir la inquietud de la cúpula socialista catalana por el desarrollo del precongreso del PSOE, y sus propuestas. Los dirigentes del PSC tienen la impresión de que no se ha producido ni lleva camino de producirse el decantamiento claro en favor de alguno de los cuatro candidatos a la secretaría general del PSOE. Con independencia de que ese fuera o no su deseo, creían que si José Bono presentaba su candidatura se produciría un efecto claro en su favor.
Pero ahora creen que no ha sido así. La expectativa que esta situación abre, según explican los portavoces del PSC, es la de un congreso que no resuelva la situación de provisionalidad en que se halla el PSOE. Es decir, una dirección frágil, con un secretario general elegido con los votos de menos de la mitad del congreso, sobre un panorama interno fragmentado. No es desde luego lo que desean los socialistas catalanes.
Ninguno de los cuatro candidatos a dirigir el PSOE tiene mayoría en la delegación catalana
A modificar esta perspectiva contribuiría, a su juicio, que el sistema de elección del secretario general y la comisión ejecutiva obligaran a la unión de fuerzas. En esto coinciden con la propuesta defendida por Rosa Díez, candidata a la secretaría general, y disienten, paradójicamente, con el sistema propuesto por Chaves, que sería, si quisiera, su candidato favorito. Este sistema es el clásico del PSOE: elección del secretario general y la comisión ejecutiva en una votación conjunta, a una sola vuelta.Díez tuvo ayer en la sede central del PSC un encuentro con los 74 delegados catalanes al congreso federal. Ha sido la primera candidata que ha expuesto su proyecto directamente ante los delegados, no como hasta ahora a través de los medios de comunicación.
Antes de la reunión con los delegados, Díez defendió en una reunión con periodistas que si ningún candidato a secretario general alcanza el 51% de los votos en una primera votación, se vaya a una segunda vuelta con sólo dos candidatos. El ganador de esta última sería el encargado entonces de negociar la formación de una candidatura de integración para la comisión ejecutiva. Si cada candidato presenta su propia propuesta, argumentó, "lo que se consigue es un enfrentamiento de bloques contra bloques".
Díez agregó que la comisión ejecutiva "no debe tener cuotas de ningún tipo, ni territoriales ni de nadie". Las cuotas llevan a formar una dirección como un gobierno de coalición "en el que cada uno trabaja para lo suyo". Eso es, según ella, lo que había en la anterior ejecutiva del PSOE y lo que no hay que repetir.
La delegación catalana al congreso federal tiene previsto fijar su posición el día 17 . Pero hasta ahora está tan dividida como las demás. Aun en el supuesto de que la delegación logre mantener posiciones políticas comunes, el voto para la elección del secretario general y la comisión ejecutiva es individual, secreto y no está sometido a mandato alguno. Los dirigentes observan con una cierta sorpresa que la mayoría de los delegados no muestra sus preferencias entre los candidatos, y que, entre los que se pronuncian en favor de uno u otro, hay una dispersión suficiente como para no apuntar ningún favorito claro.
Sobre esta situación insistió ayer Díez en Barcelona. Destacó que la clave es el voto secreto. "Hay que acostumbrarse a pensar que el delegado votará lo que él crea. Somos un partido de base ácrata. Apelo al voto libre de los delegados", dijo.
El escenario es el siguiente: Rosa Díez, Matilde Fernández y José Luis Rodríguez tienen sendas plataformas de apoyo en Cataluña. La de Díez está encabezada por Manuel Bustos, alcalde de Sabadell; el diputado Raimon Martínez Fraile y un abogado, Eduard Vicente. Todo apunta a que si gana, Bustos sería el catalán de la nueva ejecutiva federal.
La candidatura de Matilde Fernández ha permitido la reaparición del guerrismo en Cataluña. Su figura más destacada es Salvador Clotas. En caso de victoria, éste retornaría probablemente a la ejecutiva federal, de la que ya formó parte durante una larga etapa en la que Alfonso Guerra compartía el poder interno con Felipe González.
José Luis Rodríguez ha reunido en torno a sí a los primeros secretarios de las federaciones del PSC de Lleida y Girona, Ramon Vilalta y Manuel Nadal, y otros, como los diputados Teresa Cunillera y Germà Bel.
El otro candidato, José Bono, parece confiar principalmente en que es el más conocido entre los afiliados como presidente del Gobierno castellanomanchego y a que lleva ya mucho tiempo participando en las campañas electorales catalanas, en las que el PSC siempre ha recabado su apoyo. Pero no se ha detectado en la organización del PSC un movimiento de apoyo hacia él.
Este panorama muestra la formación de nuevas alineaciones internas. Hay antiguos borrellistas en todas las candidaturas, salvo en la de Bono, claro. Si los apoyos de Bono en el PSC debíeran proceder de los dirigentes que estaban alineados con el sector renovador que encabezaba Joaquín Almunia, su futuro sería más bien negro, porque son los dirigentes que han sido renovados en el reciente noveno congreso del PSC. Si los delegados catalanes al congreso del PSOE aplican el mismo criterio que aplicó el congreso del PSC, Bono pasaría a un segundo plano como dirigente del partido.
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