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Reportaje:

Los niños también votan en México

Juan Jesús Aznárez

Doce millones de niños mexicanos menores de 17 años irrumpieron en la nueva democracia nacional con una masiva asistencia a urnas, dispuestos a insertarse en el proceso de transparencia y respeto a la voluntad popular preconizada por los promotores de la histórica alternancia en curso. "¡Que viva yo y la democracia!", se choteaba un adolescente con ciertos ribetes de gamberro. El Instituto Federal Electoral (IFE) -una suerte de hada madrina del cambio-, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y cerca de 400 organizaciones no gubernamentales promovieron una consulta infantil que fue todo un éxito.Bajo el lema México también cuenta contigo se instalaron en todo el país 15.000 puestos de votación. Con el pirulí en la boca, los niños acudieron a la urnas, situadas en centros comerciales, jardines, espacios deportivos y aceras de las calles más céntricas. Las leyendas de los infantes en algunas de las papeletas ilustran hasta qué punto caló la gravedad de los principales problemas de México. "Que no haya más pobres", "que no haya hambre", escribieron los inocentes. Para evitar la compra y acarreo de votos, las presiones externas, el oficialismo paterno, los delegados de mesa impedían en muchos casos el paso de los progenitores a fin de que sus vástagos se manifestaran con espontaneidad. La supervisión era necesaria cuando se trataba de niños casi de teta, o de chavales amedrentados o inmovilizados por la responsabilidad.

El IFE elaboró tres tipos de papeletas con preguntas apropiadas para niños de entre los seis y los nueve años, otras para los de 10 a 13 y otras para el grupo más rebelde, al que pertenecía el irrespetuoso mozalbete que se vitoreaba a sí mismo antes que a la democracia: de 14 a 16. Los menores contestaron a preguntas sobre su entorno familiar y escolar, y 11 sólo podían ser respondidas con un "sí" o un "no". Una pedía completar esta frase: "Yo quiero que en México nunca haya más...". Las opciones eran muchas: sinvergüenzas, narcotraficantes, cacos, indígenas pobres, tráfico endiablado, papás que no nos hacen caso porque tienen que robar mucho al prójimo, mamás cotillas, perros vagabundos... Quedó claro en las mentes infantiles que todo ese tonelaje de lastre debe desaparecer.

Los adolescentes contestaron a 21 preguntas relacionadas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), sobre el debate y la discusión de ideas y la resolución de problemas, el mundo juvenil, el ser del adolescente y su percepción sobre las elecciones generales y los partidos políticos. Los cinco candidatos presidenciales incluyeron en sus programas apartados donde comprometieron su palabra en la protección de la infancia y de los jóvenes, algo así, ironizaba el escepticismo, como destacar la importancia del agua para la navegación. Existe expectación sobre los resultados de esta consulta, y que serán dados a conocer dentro de seis meses, tras un minucioso escrutinio a cargo de especialistas e instituciones.

Inocular en las nuevas generaciones los valores culturales y democráticos ajenos al sistema durante casi siete decenios fue el propósito de unos comicios desarrollados con la decencia como bandera. El mensaje subliminal de las preguntas era ése: afianzar el futuro de México en democracia, erradicar la cultura de la corrupción y el chanchullo implantados durante los años más negros de la dictadura perfecta, y convencer de que sólo con principios y valores será posible construir un Estado moderno.

La Consulta Infantil y Juvenil 2000 afrontó en algunos distritos circunstancias adversas, y responsables de varios colegios de Ciudad de México protestaron por la escasez de material de escritorio, lo que les llevó a echar mano del propio bolsillo para comprar lápices y gomas. "Y encima hemos tenido que encontrar sombrillas para evitar que los niños sufrieran una insolación". Rosa María Troconi, jefa del Departamento de Desarrollo Curricular y Programas Infantiles y Juveniles del IFE, informó sobre los primeros datos de un escrutinio con un buen número de indecisos delante de las urnas, pero masivamente dispuestos a decirse con un pequeño empujón: "Confiamos en superar los 12 millones de votantes".

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