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El voto de las capas urbanas mina el poder del presidente

Ramón Lobo

En Zimbabue no ha existido oposición alguna a Robert Mugabe en 20 años. La otra guerrilla histórica, el ZAPU de Joshua Nkono, de la etnia ndebele, fue laminada en la represión de Matabeleland en los años ochenta. En el Parlamento saliente se sentaban 147 diputados leales a Mugabe, dos independientes y una voz discrepante, la de Margaret Dongo, que no logró escaño este fin de semana debido al vendaval MDC en Harare. Los 57 escaños conseguidos por este Movimiento para el Cambio Democrático, creado hace 10 meses, y sin posibilidad alguna de efectuar campaña en las áreas rurales ni de transmitir su mensaje a través de la televisión o las radios estatales, representa un milagro.El voto de las ciudades, masivo a favor del cambio, demuestra la existencia de una nueva clase urbana que desprecia el discurso oficial (basado en las glorias de la guerra de la independencia), y que está más interesada en el futuro que en los méritos del pasado. De la capacidad de Mugabe para entender este mensaje depende su supervivencia política a corto plazo. Pese a sus 76 años, aspira a un nuevo mandato en marzo de 2002, pero la erosión política le puede resultar más corrosiva que la biológica.

Éxito en el campo

La violenta campaña de los veteranos en el campo ha tenido éxito: el MDC no pudo hacer campaña en las circunscripciones en las que el partido-Estado de Mugabe ha obtenido los mejores resultados. Esa imposibilidad de trasladar el mensaje de cambio ha podido tener más efecto que el miedo, pues en esas mismas áreas rurales la gente había captado el lema del MDC sobre el secreto del voto: se puede acudir a un mitin por temor, incluso vestir una camiseta partidaria o cantar himnos, pero la papeleta es una decisión personal.

En Harare-sur, donde la combativa Margaret Dongo ha perdido su escaño, el propio Gobierno de Mugabe modificó la geografía de esa circunscripción para sacarla del Parlamento, introduciendo el voto por correo de las tropas que luchan en Congo en favor de Kabila. Los resultados indican que muchos de esos soldados votaron también por la oposición.

La gravísima crisis económica no ha impedido la corta victoria del ZNU-PF, y ése es un elemento que debe congratular al Gobierno. Ni la carestía de parafina para iluminarse en el campo, ni la presión internacional, ni el desgaste de 20 años en el poder, con numerosos casos de corrupción, han permitido el vuelco. Pero la advertencia es clara. Dentro de dos años se celebrarán presidenciales y Mugabe sabe que tiene un rival con capacidad de arrebatarle el poder en las urnas. La campaña de intimidación o el asunto de la propiedad de la tierra, no van a funcionar dos veces.

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