Esplendor de la poesía impura
Desde que la tradición romántica fijase en ciertos cuerpos celestes, especialmente en la luna y el sol, uno de sus muchos mitos, no pocos poetas han dedicado sus versos a engrandecer ese mito. Las más de las ocasiones, el vate de turno ha consagrado su palabra al engrandecimiento de todos los tópicos relativos al panorama celestial, adornando el objeto de sus versos con una grandilocuencia no sólo léxica que, en demasiados casos, llegaba incluso a provocar la hilaridad del lector.No es así el caso de Álvaro García (Málaga, 1965), ni el de su último poemario, Eclipses, seis espléndidos poemas -¿prosas poéticas?- relativos a los astros y a eventos nada celestiales pero siempre subordinados a los avatares del yo poético del propio Álvaro García, y no al contrario, como sugería la tradición romántica más ortodoxa. O sea, que la luna o el sol no son aquí dramas que remiten a tragedia personal alguna, sino, más bien, circunstancias físicas a partir de las cuales el poeta elabora su discurso estético y ético, circunstancias, digo, cuya exclusiva razón de ser quizás resida en dar pie al poema, a la prosa poética del volumen que comentamos.
Con esa tranquilidad que proporciona el conocimiento de las cosas y de los hechos físicos, el poeta reflexiona sobre ellos y sobre su papel entre ellos con el debido sosiego, sin aquellas desesperaciones que hemos atribuido más arriba a los románticos y de las que tampoco están exentos numerosos autores contemporáneos que pretenden pasar por acérrimos contrarios a todo cuanto suene o huela a romanticismo. En Álvaro García, pues, la palabra poética se construye y presenta constreñida en un esplendor que tampoco es otro ejemplo de la llamada poesía pura, ni mucho menos. Poesía impura, en todo caso, serán estos seis poemas en prosa que ratifican una vez más la soberbia calidad de la que ya ha dado suficientes pruebas este autor.
El instante y la eternidad
También el invierno, el instante y la eternidad, las canas, los plazos y el rumor de una ciudad son tratados de igual manera en este libro -sería mejor hablar de cuaderno, dada la brevedad de su extensión-, cuarta entrega de la nueva colección de poesía Plaza Mayor editada por el Ateneo de Málaga con la colaboración de la Consejería de la Presidencia y Unicaja, colección que se complementa con la dedicada a la narrativa, Laberinto, de la que también ya han aparecido cuatro títulos.
Interesa, sin embargo, destacar estos poemas de Álvaro García por cuanto de innovación tienen en el modo de acometer poéticamente unos objetos tan manidos que resultaba casi insospechable que alguien pudiera acercarse a ellos sin incurrir en los tradicionales delirios antes apuntados. Eclipses es en ese sentido una verdadera innovación.
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