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Romería del siglo XXI

En la inmensidad del cosmos, 24 horas apenas es nada. La pasada noche del sábado al domingo no era la de San Juan, pero la hoguera se encendió de igual manera en las entrañas de las más de 8.000 personas que acudieron a Colmenar Viejo a la Tercera Rave organizada por el Mercado de Fuencarral. En el lenguaje contemporáneo, una rave viene a ser una fiesta en la que se mezcla música electrónica con diversos espectáculos (performances) repartidos en espacios diversos con temáticas distintas. En realidad no es más que un encuentro donde la gente acude, como en las romerías tradicionales, a dejarse llevar por una música en este caso servida no por músicos al uso con instrumentos convencionales, sino por verdaderos maestros en la técnica de pinchar discos. Muchos de ellos, tan reconocidos como estrellas, aunque sus nombres sean más difíciles de memorizar.En esa especie de enorme peineta que se divisa desde lejos cuando se va llegando a Colmenar desde Madrid, tenía lugar la fastuosa rave. El resto del año, cuando no es invadido por las hordas juveniles más modernas, el lugar recibe el poco glamouroso nombre de Complejo Agropecuario, pues ahí se celebran ferias de ganado entre vacas, ojeadores de vacas, ovejas o piensos compuestos.

El pabellón cerrado se dedicó a la Zona Dancing, el lugar del baile extasiado, risueño y extrovertido. Una explanada anterior mostraba cerca de 20 pequeños entoldados con algunos de los diversos comercios que cada día abren en el mercado de Fuencarral; a la postre, el organizador de la moderna romería. En la plaza formada por ese campamento de toldos, lo mismo un saltimbanqui hacía malabarismos con antorchas de fuego, que partidarios de la normalización del uso de drogas se ofrecían para analizar gratuitamente pastillas de éxtasis o se ensalzaban los beneficios de los derivados del cáñamo.

Una hilera de pinos, adornados con espumillón plateado, conducían a la Zona Chill Out, donde el baile, supuestamente, debía ser más ensimismado, como el viaje hacia el interior de uno mismo. La estrella allí fue el japonés Gak Sato (Gran Paco, decían algunos), famoso por sus ilustraciones sonoras en las mejores pasarelas de moda del mundo entero y por formar parte del colectivo de pinchas del recopilatorio Latin Attitude, que poco tiene que ver con lo que mayoritariamente se conoce como música latina. Una larga alfombra anaranjada, cojines y colchonetas esparcidos entre los rastrojos y farolillos rojos de papel, servían para el descanso.

La romería del futuro terminó el domingo, a las 14.00, sin ningún incidente destacable. Uno de los 150 miembros de la organización apuntó alguna consecuencia: "A lo mejor hoy las vacas dan menos leche".

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