El fantasma de la abstención
La baja participación en los comicios de ayer en Japón refleja la brecha cada vez más grande entre la sociedad y la clase política. El índice de afluencia a las urnas fue de 62,5%, el segundo más bajo en la historia del país superado sólo por el de hace cuatro años (59,6%). En esta ocasión se había acordado ampliar en dos horas el periodo de voto para animar así al electorado remiso. Los colegios abrieron a las siete de la mañana y cerraron a las ocho de la noche.El primer ministro, Yoshiro Mori, se había encomendado al cielo para que la climatología contribuyera precisamente a desmotivar aún más a la población y recomendó quedarse en la cama a los indecisos, que eran bastantes. Lo logró casi del todo. La lluvia estuvo presente durante toda la jornada en el archipiélago, aunque los resultados no cubrieron del todo las expectativas del Partido Liberal Demócrata (PLD).
El PLD se ha servido siempre de la poca participación ciudadana para mantenerse en el poder. El jefe de la oposición, Yukio Hatoyama, líder del Partido Demócrata (PD), había recriminado a Mori por su llamamiento a no votar. "La gente ha entendido que no es momento de quedarse en la cama", dijo ayer por la mañana al depositar la papeleta. Sus palabras pecaron de optimismo.
La fecha de las elecciones había sido estudiada detenidamente por Mori, que llegó a consultar a una famosa astróloga, quien no pronosticó problemas a corto plazo pero sí mas tarde. Se celebró el mismo día de la muerte de Buda y del cumpleaños del recientemente fallecido Keizo Obuchi, su antecesor en la jefatura del Gobierno. No pocos dirigentes del partido desaconsejaron la fecha por superstición. Mori quiso jugar con la baza emotiva de la reciente desaparición de Obuchi y pensó que se podría haber repetido la arrolladora victoria del PLD en 1980 tras la muerte en plena campaña electoral del entonces primer ministro Masayoshi Ohira.
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