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La muerte de Cuccia abre incógnitas sobre el futuro de Mediobanca

El banquero, símbolo del capitalismo 'feudal' italiano, falleció a los 92 años

El corazón de Enrico Cuccia, símbolo del capitalismo feudal italiano de posguerra, dejó de latir a las cuatro de la madrugada del viernes, en un hospital de Milán. La muerte de Cuccia, a los 92 años de edad, cierra un capítulo de la historia financiera de Italia y abre nuevas incógnitas sobre el futuro de Mediobanca, la banca de negocios que ha controlado las grandes operaciones financieras italianas en los últimos 50 años, de la que el gran viejo de las finanzas nacionales era presidente honorario. La noticia no era del todo inesperada teniendo en cuenta la avanzada edad del banquero, que ya hubo de ser hospitalizado en abril pasado con problemas cardiacos.El mundo financiero italiano en pleno rindió tributo al que siempre fue considerado como patrón de patrones por los grandes nombres del capitalismo nacional, desde los Agnelli a los Pirelli, pasando por los Ferruzzi. El primer ministro Giuliano Amato recordó la "contribución de Cuccia", un hombre, dijo, "que ha representado lo mejor del capitalismo italiano que ahora se está transformando". En la Bolsa de Milán, las acciones de Mediobanca y las de la aseguradora Assicurazioni Generali (participada por el banco) subieron ligeramente el viernes tras conocerse la noticia de la desaparición del viejo banquero. La enorme influencia de Mediobanca, un banco creado en 1946 por el entonces presidente de Comit, Raffaele Mattioli, para ofrecer financiación y apoyo a las empresas italianas, fue el trampolín que permitió a Cuccia constituirse en el gran árbitro del escenario económico italiano. Presidente de la nueva banca desde su creación (Mediobanca fue totalmente privatizada en 1994), movió los hilos de las grandes fusiones entre empresas públicas y privadas (Montedison y ENI, por ejemplo) y decidió a quién ayudar y a quién hundir en los largos años de reinado único de Mediobanca.

Una pieza esencial

Cuccia, el gran anfitrión en los llamados salotti buoni de las finanzas italianas, fue una pieza esencial en la formación del capitalismo autóctono, una malla de apretada trama en la que todos los apellidos están conectados, todas las empresas entrecruzan paquetes accionariales, todas las firmas se entrelazan. En su papel de gran patrón ayudó a Fiat en los momentos de crisis para pasar después la factura. Las relaciones entre la familia Agnelli y el viejo banquero se habían deteriorado considerablemente en los últimos años. La salida de Cesare Romiti, "un hombre de Cuccia", de la presidencia de Fiat hace dos años, fue ocasión de reajustes internos que delataban la distancia entre ambos sectores. Tras la caída del Gobierno de Romano Prodi, en 1998, Cuccia acercó posiciones con el Palazzo Chigi (sede del Gobierno italiano), cuyo nuevo inquilino, Massimo D'Alema, apoyó la OPA de Olivetti sobre Telecom Italia, inclinándose del lado de Cuccia en contra de la opinión de los patrones de Fiat.

Cuccia no concedió jamás ninguna entrevista e hizo de su reserva casi patológica un estilo de vida en el instituto de crédito de la Via de Filodrammmatici, en Milán. El gran patrón de Mediobanca era siciliano, aunque nació en Roma el 24 de noviembre de 1907. Pertenecía a una familia acomodada de Palermo, ciudad que abandonó enseguida para estudiar en Roma. Después de estudiar Derecho y tras un breve paso por el diario romano Il Messaggero, comenzó a trabajar para la Banca de Italia y de ahí pasó a la milanesa Banca Commerciale Italiana (Comit). Cuccia, miembro del Partido de Azione, un grupo antifascista que ha dado importantes personajes a Italia, encauzó definitivamente su vida cuando asumió la presidencia de Mediobanca, creada en abril de 1946. Estaba casado con Idea Nuova Beneduce, una de las tres hijas del creador del IRI (el instituto que construyó las principales empresas públicas del país y que cierra sus puertas el 30 de junio), con la que tuvo tres hijos.

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