El Museo de Céret presenta la atormentada pintura de Soutine

Su relación con la materia pictórica fue tan intensa que, avanzándose a su época, hizo de pintar un acto impulsivo, vital y plenamente matérico. Incluso los expresionistas abstractos le rindieron pleitesía como punto de referencia, aunque él nunca dejó de pintar elementos figurativos en sus cuadros. Chaïm Soutine pintó en la capital del Vallespir unos atormentados cuadros que desde ayer pueden contemplarse en el Museo de Arte Moderno de Céret (MAMC) en la exposición Soutine. Céret 1919-1922: inmersión en el paraje.

Soutine era un tipo singular. Pero no mucho menos que otros artistas que, atraídos por la especial naturaleza de Céret y por la influencia de Pierre Brune, convirtieron este pueblo catalán, situado a pocos kilómetros de la frontera entre Francia y España, en un gran centro de referencia artística del siglo XX. Los nombres de Manolo Hugué y Picasso así lo atestiguan.Chaïm Soutine, artista de origen judío nacido en la ciudad lituana de Smilovitchi en 1893 y fallecido en París en 1943, sintió como tantos creadores de su generación la llamada de París. En la capital de las artes, en los primeros años de la década de los diez conoció al pintor Modigliani, con quien estableció una profunda amistad hasta la muerte de éste. Ambos viajaron juntos a Vence, y en 1919 Soutine se instaló en Céret, donde permaneció, salvo escapadas a París y otras poblaciones, hasta 1922. Este es el periodo que recoge la exposición y que permite constatar que fueron unos años de evolución rápida en su pintura. La exhibición, que está dividida en diferentes apartados temáticos, insiste en el aspecto reiterativo de sus cuadros. Por ejemplo, una de las salas de la exposición está dedicada a las vistas pintadas desde el centro de la población. Al observar distintos cuadros de un mismo tema se constata que la mirada del artista va distorsionándose, volviéndose cada vez más angustiosa. Josefina Matamoros, conservadora del MAMC y comisaria de la exposición, afirma: "Hasta ahora se consideraba muchas de las obras de Soutine como piezas individualizadas; esta exposición ha permitido constatar que el artista trabajaba en series". Matamoros también destacó en la presentación de la exposición el hecho de que, tras su dispersión por diferentes partes del mundo, sobre todo en Estados Unidos, estas obras han podido volver, aunque de forma temporal, al lugar donde fueron creadas. Esta línea de presentar exposiciones con obras realizadas en Céret fue inaugurada anteriormente con una exposición dedicada a Picasso.

Después de vivir muchos años en la más absoluta de las penurias, Soutine dio un giro económico a su trayectoria gracias a la adquisición a su marchante de 52 telas realizadas en Céret. El comprador fue el rico coleccionista estadounidense Albert Combs Barnes. Esta circunstancia permitió a los expresionistas abstractos norteamericanos de los años cincuenta conocer de cerca la obra de Soutine. Willem de Kooning y Jackson Pollock se refirieron a la obra de Soutine en diferentes ocasiones.

El pintor lituano vivió con sufrimiento su vida artística. Muchos de los cuadros pintados en Céret fueron destruidos por el propio artista en una práctica que resultaba habitual en él.