CiU y PP denuncian que Barcelona supera el límite de ruido fijado por la OMS
La oposición, CiU y PP, cargó ayer en el pleno municipal contra el Gobierno local porque, en su opinión, el ruido ha llegado a extremos insoportables. Joaquim Molins, de CiU, y Emilio Álvarez del PP aseguraron que Barcelona es una de las ciudades más ruidosas, y que supera los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Imma Mayol negó los datos de la oposición.
El equipo municipal ha "zonificado" Barcelona. Es decir, la ha dividido en cinco zonas donde los niveles de ruido permisibles son diferentes y, por consiguiente, también las medidas a adoptar. Esta zonificación debía haber sido hecha pública el pasado 17 de junio, explicó Molins, que reprochó al Gobierno que no lo haya hecho. El trabajo está acabado y será público en unas semanas, replicó Imma Mayol (IC-V)Pero lo peor del asunto, aseguró Molins, no es que Barcelona sea una de las ciudades más ruidosas del mundo, sino que, con la ordenanza en la mano, no va a ser posible reducirl el ruido. CiU presentó ayer una propuesta en la que pedía que el Gobierno hiciera pública la "zonificación" de la ciudad antes de un mes, que se marcara como objetivo reducir el ruido medio en un 10% y que se actuara sin dilaciones en la inmediaciones del Hospital Clínico, donde entre ambulancias y bomberos no hay quien pare.
La proposición fue derrotada por los votos de la mayoría (PSC, ERC e IC-V) pero contó con los del PP. El concejal Emilio Álvarez explicó los motivos. En su opinión, Barcelona tiene tres graves problemas que el Gobierno municipal no acaba de abordar con rigor: la circulación, la basura y el ruido.
Mapa de sonido
Imma Mayol, cuarta teniente de alcalde y responsable de sostenibilidad, fue la encargada de replicar a la oposición. Y empezó poniendo en duda sus afirmaciones más gruesas. Entre ellas, la de que Barcelona es una de las ciudades más ruidosas del mundo. Mayol exigió que se dijera con qué análisis en la mano se afirma una cosa como ésa y acusó a la oposición de hacer pura demagogia. Barcelona, explicó, tiene dos mapas sónicos. El primero se hizo en 1990 y el segundo en 1997. Y muestran, aseguró, que el ruido ha bajado un decibelio de media.
El objetivo del municipio, explicó, es lograr que no haya zonas con más de 75 decibelios (las que serán inevitablemente ruidosas), que no aumenten las que registran entre 65 y 75 decibelios ni, por supuesto, las que ya están por debajo.
PASA A LA PÁGINA 6
Clos afirma que el túnel de Mitre no se prolonga por la falta de colaboración del Gobierno catalán
VIENE DE LA PÁGINA 1 Mayol aseguró que los trabajos cuya publicación reclama Molins están hechos y que ahora se trata, simplemente, de pactarlos con los distritos. Y puso un ejemplo: si una zona tiene que ser declarada peatonal, carece de sentido que se la sitúe entre las de mayor sonido posible. La publicación es, dijo, inminente: "No nos iremos de vacaciones sin zonificación".
La concejal del Eixample, Carme San Miguel, aseguró que en la zona del Clínico se ha reducido la indisciplina de los conductores de ambulancia en un 20% y que los bomberos ya no usan el sonido para salir del cuartel allí ubicado; además, recordó, los vecinos pueden pedir ayudas al Ayuntamiento para insonorizar sus casas.
La oposición no se creyó las afirmaciones de San Miguel ni las de Mayol y el resto de la discusión lo consumieron unos y otros en negar la validez de los datos aportados.
Jordi Portabella (ERC) terció para pedir "consenso" y reprochar a CiU que hablara de incumplimientos porque no se había hecho pública la zonificación "cinco días" después de agotado el plazo. Portabella pidió a CiU la retirada de la proposición. La respuesta de Molins fue negativa.
El PP aportó, además, un estudio encargado a una empresa y consistente en 10 mediciones en puntos centrales de Barcelona. En todos los casos el ruido rondaba los 75 decibelios, considerados como el máximo tolerable.
Nuevo enfrentamiento
El ruido no fue el únio asunto en el que los concejales elevaron el tono. Una pregunta de CiU y otra del PP, ambas sobre el túnel de Mitre, volvieron a encender un debate. Jaume Ciurana (CiU) echó en cara al alcalde y al equipo de gobierno en pleno el incumplimiento de la promesa de prolongar el túnel bajo la Via Augusta. También lo hizo Santiago Fisas (PP). Ambos habían ya expresado sus críticas antes. Lo nuevo fue la respuesta. Primero el teniente de alcalde Xavier Casas y después el propio alcalde, Joan Clos, acusaron a la empresa Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) y, en última instancia, al Gobierno catalán de estar detrás de la imposibilidad de prolongar el túnel.
El argumento desgranado por ambos sugiere que la obra es posible sólo y si se hace conjuntamente con las que tiene que hacer la empresa ferroviaria y que suponen la modificación de las estaciones de Bonanova, Tres Torres y Sarrià y de los trazados intermedios.
Clos precisó que la ciudad ha vivido ya una vez esta descoordinación y fue, también, con FGC. En la Gran Via, junto a la plaza de Cerdà, FGC no se avino a acoplar sus obras con las de la modificación de la plaza. El resultado fueron meses añadidos de incomodidad para los usuarios. Esto, dijo Clos, no volverá a pasar en Sarrià.
El alcalde sugirió la posibilidad de exigir a la concesionaria del túnel de Vallvidrera (también dependiente del Gobierno catalán) que construya el túnel que debe entre Bonanova y Prat de la Riva. Actualmente 150.000 vehículos diarios llegan a la confluencia de Via Augusta y Mitre por el túnel. Buena parte de ellos optarían por el nuevo túnel, que desembocaría en Numància, una calle con gran capacidad y poco utilizada. Casas y Clos aseguraron que las medidas tomadas esta semana en Sarrià son "paliativas" por la imposibilidad de un túnel que construirán cuando la Generalitat colabore.
Partido y partidismo
Los partidos no deben hacer partidismo. Ésta es la conclusión del rifirrafe mantenido ayer en el pleno entre el tercer teniente de alcalde Jordi Portabella (ERC) y el concejal Joan Puigdollers (CiU). Discutían la modificación del plan general metropolitano para las obras del Fòrum 2004. CiU anunció su abstención y Portabella les acusó de actuar de forma "partidista". Nada más lejos de su intención, protestó Puigdollers. La acusación de partidismo es la peor que puede lanzar un militante de un partido a otro. Porque todos, ambos lo dejaron claro, tienen en su punto de mira otros intereses. Ayer eran los de la ciudad. Por lo oído, únicos, indivisibles y no sometidos a la confrontación.
La acusación de partidismo lleva implícita la suposición de un interés único, una verdad única que el otro rechaza porque su "partidismo" le impide darse cuenta o, lo que es peor, por mala fe. Es impensable suponer que si hay partidos es para hacer partidismo desde intereses contrapuestos.
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