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De 'reina' a baronesa del arte

Dos vehículos oficiales trasladaron ayer a Carmen Cervera y a sus guardaespaldas desde la estación sevillana de Santa Justa hasta el Palacio de la Diputación Provincial de Cádiz, donde habría de ser distinguida como académica correspondiente de Bellas Artes, un honor que viene a sumarse a la Gran Cruz de Isabel la Católica y a la Medalla de Oro de las Bellas Artes, que ya ostenta.La baronesa Thyssen-Bornemisza llegó a la cita con puntualidad británica y su vestuario predilecto para los actos solemnes, un elegante traje blanco. La ceremonia se desarrolló según lo previsto: discreta brevedad, escaso público y un ejército de fotógrafos arrojando flases sobre la escena.

Tras un telegráfico discurso de agradecimiento, Carmen Thyssen, Tita aún para el papel couché, decidió atender amablemente a los medios de comunicación congregados. Desplegando su invariable sonrisa, aseguró que su nombramiento como académica "se va a quedar para siempre" en su corazón. "Me parece un sueño. Hoy es un día que no olvidaré en mi vida", declaró la baronesa.

Los periodistas más veteranos y memoriosos le recordaron su última visita pública a Cádiz. Fue en 1962, año de su coronación como Miss España, cuando Carmen Cervera viajó en compañía de su madre para convertirse en Reina de las Fiestas Típicas Gaditanas, sucedáneo carnavalesco del franquismo. Con el rostro iluminado, aseguró recordar aquel evento como una experiencia "inolvidable", de la que guarda "un álbum de fotos maravilloso que enseñaré algún día".

La biografía de la baronesa podría haber sido una golosina argumental para un Scott Fitzgerald: admiradora de Scarlett O'Hara, ex onicófaga, descendiente de Garcilaso según el Archivo de Simancas, fue esposa del Tarzán Lex Baker, sufrió en segundas nupcias con los desmanes de Espartaco Santoni y accedió finalmente a la nobleza al casarse con Heinrich Thyssen, Heini en la intimidad, junto al cual reuniría la mayor colección privada de arte del mundo.

Quienes la conocen aseguran que se trata de "una persona encantadora y muy inteligente, a quien no le han regalado nada en la vida y que se ha entregado a trabajar como una china".

Aquella reina del carnaval volvía así a Cádiz convertida en baronesa y mecenas del arte, compartiendo rango académico con mujeres como Rosa Rodríguez Pastrana, Rosario Martínez o la condesa de Príes. Y respetada incluso por los detractores de la frívola jet y de la celebridad popular de los nobles. "Cádiz es precioso, divino, tengo ganas de pasar aquí algunos días, tranquilita", afirmó ayer la baronesa. Podrá hacerlo pronto si, tal y como confirmó, presta una selección de sus cuadros para que sean expuestos en dicha ciudad el año que viene. "Habrá un poco de todo, artistas extranjeros y españoles, algunos impresionistas seguro", explicó aludiendo a una de sus grandes debilidades pictóricas.

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Hasta entonces, la baronesa seguirá ejerciendo la vicepresidencia de la fundación del Palacio de Villahermosa y trabajando en las obras de ampliación del museo que lleva el nombre del matrimonio Thyssen-Bornemisza, en el que conviven Van Eyck y Bacon, Durero y Lichtenstein, El Greco y Oablo Picasso, Bernini y Kandinski, entre otros egregios representantes del arte universal. Y no dejará de desvelarse con el sueño de que su hijo continúe con la tradición coleccionista de la familia.

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