Imaginémonos
Imaginémonos que estamos en abril de 1963. "Yo no tengo la culpa de que el señor Grimau hubiera tenido a bien el tirarse por una ventana". Es la respuesta de Fraga Iribarne a una comisión de mujeres; éstas habían pedido al entonces ministro de Información y Turismo su intercesión ante el dictador para salvar la vida del dirigente comunista.Julián Grimau García, miembro del Comité Central del Partido Comunista de España (PCE), había sido detenido, torturado por la policía en la Dirección General de Seguridad y arrojado por una ventana a un callejón de la parte trasera de la DGS para simular un suicidio: la operación fracasa por la presencia de viandantes cerca del callejón. Con el parietal hundido y las muñecas y los dedos quebrados, es conducido ante el tribunal militar, y al consejo de guerra le bastan unas horas para condenarle a muerte.
La sentencia es ratificada en el Consejo de Ministros; ninguno pone objeción, excepto el titular de Exteriores; Fraga y todos los demás estampan la firma junto al "conforme". Fraga es un patriota y Grimau un comunista que lucha contra la dictadura. Nada le debe importar a don Manuel que el Vaticano, la reina de Inglaterra y todos los jefes de Gobierno de Europa pidan clemencia.
La labor de Fraga Iribarne al frente del Ministerio de Información y Turismo es difícil de sintetizar. Con su famosa Ley de Prensa supo transformar la censura previa a los medios de comunicación en la posibilidad de secuestro de las publicaciones no adictas al franquismo. En defensa de la libertad de información, cierra los semanarios Siglo XX y Don Quijote. Este fervoroso admirador del teórico de las dictaduras, Carl Schmit, organiza su propio espionaje, el Gabinete de Enlace, organismo que le suministra información que va desde las homilías de los curas que se oponen a la dictadura a las inclinaciones sexuales de escritores famosos poco adictos.
Al Fraga de los años sesenta le preocupaba la cultura, e incluso le preocupaba que los grupos de teatro universitario TEU representaran Fuenteovejuna, de Lope de Vega.
Al presidente de la Xunta de Galicia, el Manuel Fraga del año 2000, le sigue preocupando la cultura: el consejero es amigo de Carmina Burana.
No se entiende por qué muchos se hacen cruces después de escuchar las declaraciones de don Manuel en Chile. ¿Es tan difícil asumir que siga siendo un patriota?
El patriotismo es el último refugio de don Manuel.- Antonio Orozco González. A Coruña.
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