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La oposición rusa promueve un frente antifascista tras el 'caso Gusinski'

Grigori Yavlinski, líder del partido liberal Yábloko, propuso ayer la creación de un gran frente antifascista en Rusia que acoja desde el paradigma del capitalismo salvaje Anatoli Chubáis al comunista Guennadi Ziugánov. En una entrevista con la cadena Eco de Moscú, Yavlinski aseguró que esa necesidad se ha hecho evidente con el acoso efectuado al grupo Most Media, al que pertenece la citada emisora de radio y cuyo presidente, Vladímir Gusinski, fue encarcelado el pasado martes, aunque fue puesto en libertad el viernes bajo la obligación expresa de no abandonar la capital, Moscú.

Según Yavlinski, su propuesta responde a la alarma que suscita la detención de Gusinski, que, en su opinión, constituye "un intento de eliminar la base informativa del estrato independiente de la sociedad". Está en juego la naturaleza del poder. El presidente ruso, Vladímir Putin, defraudará todas las expectativas si no convierte este tema en el eje del discurso sobre el estado de la nación que pronunciará ante el Parlamento este mismo mes. Fuentes próximas al equipo redactor del discurso aseguraron ayer a la agencia Interfax que el texto, de unos cuarenta folios, versará sobre "cuestiones que se refieren al sistema estatal, las autoridades y el lugar de Rusia en el mundo".Lo más probable es que Vladímir Putin explique en detalle un concepto de Estado que, por ejemplo, le ha llevado a una nueva división territorial en siete grandes distritos que casi coinciden con las regiones militares, y al frente de los cuales ha puesto, mayoritariamente, a jefes militares o de los servicios secretos.

También tendrá que defender el paquete de leyes que ha remitido a la Duma para quebrar el poder de los influyentes líderes regionales, que se saltan con frecuencia las leyes federales.

El tiempo dirá si esas iniciativas se traducirán en más orden y estabilidad, aparte de en más poder para el centro, pero parece claro que no reforzarán la democracia y las libertades, valores ambos cuya cotización no es muy alta en Rusia.

¿Quién manda en el Kremlin?

El caso Gusinski ha alimentado la ceremonia de la confusión. Sigue sin conocerse la respuesta clave a la pregunta clave: ¿quién manda en el Kremlin? El propio presidente Putin, al asegurar que no fue informado de antemano de la detención del oligarca, alimenta esas dudas.

Si no miente, significa que le metieron un gol, y que el ariete que se lo anotó fue probablemente el jefe de su Administración, Alexandr Voloshin, superviviente del equipo del ex presidente Borís Yeltsin, considerado un hombre del maquiavélico Borís Berezovski, pero que, según algunas versiones, se mueve ahora por ambiciones e impulsos propios.

Aunque su paso por el KGB soviético y, más tarde, por su heredero del interior ruso (el Servicio Federal de Seguridad) hace verosímil que Putin tenga un jugoso montón de kompromati (materiales comprometedores), no dispone de una base sólida y propia de poder, ni política ni económica.

Fue elegido en 1999 por quienes querían perpetuar un sistema de privilegios y evitar dar con sus huesos en la cárcel. Aunque fuese un patriota que quisiera regenerar a Rusia y sacarla del caos, necesitaría una buena dosis de paciencia y habilidad para no terminar fagocitado por sus mentores o destrozado entre sus garras.

Lo malo es que los únicos indicios de que el nuevo líder del Kremlin pueda soltar el lastre de Voloshin, Berezovski e incluso Yeltsin son los que ofrece al colocar en puestos clave a ex compañeros de los servicios de seguridad. Y cuesta creer que Rusia vaya a entrar en la modernidad de la mano de espías y policías. Mucho menos cuando son sus métodos los que ya están impregnando decisiones clave.

Para millones de rusos y para muchos dirigentes extranjeros (el presidente del Gobierno español, José María Aznar, entre ellos), el presidente ruso Putin supone la esperanza de una Rusia estable.

Pero va dejando ya una estela que hace temer que en la escala de sus prioridades esté muy por delante el poder (cómo conquistarlo, conservarlo y reforzarlo) que la democracia y la dictadura de la ley que prometió desarrollar.

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