LA UPV ANTE EL FUTURO ¿Universidad de masas o universidad elitista? PEDRO LARREA ANGULO

Uno de los modelos más conocidos del profesor Michael E. Porter es el de las estrategias genéricas, según el cual una empresa podría competir básicamente por una de estas dos vías: la eficiencia o la diferenciación. La primera, bautizada como estrategia de liderazgo en costes, se basa en las economías de escala, la productividad de los procesos, la estandarización de los productos, el cero defectos, etc. La segunda pondría el acento en el enriquecimiento del producto, la personalización del servicio, la especialización, la innovación, el diseño a la medida, etc. Este modelo evoca, salvadas las distancias, otro dilema ¿universidad de masas o universidad de élites? ¿Cuál es el enfoque estratégico que mejor se adecúa a la misión que debe cumplir la UPV-EHU? ¿No ha sido una conquista pasar de una universidad de minorías a una universidad de masas? ¿No sería entonces una regresión reivindicar ahora una universidad de élites?Los diez años de andadura del Consejo Social de la UPV-EHU y los treinta que en breve cumplirá nuestra Universidad aportan una perspectiva suficiente para abordar esta reflexión. El Plan Estratégico que el nuevo equipo rectoral quiere acometer debería incluirla en la agenda de temas fundamentales a debatir. Mirando retrospectivamente, se puede afirmar con orgullo que la UPV-EHU ha dado una respuesta solvente al espectacular crecimiento de la demanda de estudios superiores, como lo demuestra el hecho de que el número de alumnos matriculados en 1998 superaba los 62.000. Ahora, el primer gran reto al que se enfrenta la UPV-EHU es seguir progresando hasta convertirse en una universidad de masas de primera calidad que garantiza el derecho a la educación superior, la adecuación de la oferta a las necesidades sociales, el óptimo rendimiento de los alumnos, la calidad de la enseñanza, etc. En definitiva, una Universidad para todos gestionada eficientemente.

Pero ha llegado el momento en que la UPV-EHU debe plantearse un segundo reto: alcanzar la excelencia, lo que equivale a estar en el grupo de los mejores y ser reconocido como tal por la comunidad científica internacional. Ninguna gran universidad del mundo destaca en todas las áreas del saber. Mucho menos puede hacerlo una universidad con vocación de hacer docencia e investigación en todo el espectro de las ciencias, la tecnología y las letras. Por lo tanto es preciso seleccionar y descartar; diferenciar y discriminar y, en definitiva, practicar el único elitismo universitariamente admisible, el elitismo basado en la inteligencia y el esfuerzo. Invertir en excelencia significa discriminar la asignación de toda clase de recursos (personal investigador, infraestructuras científicas, instrumental técnico, etc); proclamar a toda la sociedad dónde está focalizada la apuesta y por qué; establecer objetivos e hitos que nos conduzcan a estar en la cabeza de determinado conocimiento científico o tecnológico; tener la más amplia capacidad de maniobra para incorporar a los mejores.

Revisando el modelo de las estrategias genéricas de Porter, las organizaciones empresariales han tenido que admitir que el dilema eficiencia-diferencia es una falsa disyuntiva y que ambos enfoques deben convivir si aspiran a ser competitivas. Del mismo modo, combinar en una misma institución una universidad abierta a todos los ciudadanos y que a la vez cuente con algunos centros de excelencia es no sólo estructuralmente posible sino, además, estratégicamente deseable.

Escribió Saint Exupèry que lo que nos corresponde a los humanos no es predecir el futuro, sino hacerlo posible. La UPV-EHU tiene ante sí un gran reto: ofrecer a todos la posibilidad de aprender y permitir que los mejores alcancen la excelencia.

Pedro Larrea Angulo es presidente del Consejo Social de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.