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EUROCOPA 2000La jornada de ayer

Alemania maltrata el juego

Los actuales campeones trazan un pésimo partido frente a una Rumania que fue mejor

José Sámano

Con ese fútbol tan indigesto que desde hace décadas se reproduce en Alemania, el actual campeón de Europa arrancó por los pelos el primer empate del torneo. Lo hizo frente a un equipo rumano que expuso más y jugó mejor mientras sus viejos tiburones sostuvieron la respiración. Los alemanes dejaron el rastro que tantas veces les ha encumbrado al podio: kilos, veteranía y desprecio absoluto por todo aquello que esté relacionado con el balón, la ocupación de los espacios, la imaginación, el regate, las paredes, el toque sutil, el engaño... Atributos malditos en la Bundesliga, que sigue profundizando en un proceso de descomposición que ciertamente no se corresponde con el palmarés de Alemania, que ha rentabilizado como nadie su fútbol de barbestro.En su debú en la Eurocopa, el seleccionado de Erich Ribbeck se ensañó con el juego. Sobre todo durante todo el primer tiempo, cuando los alemanes patearon hasta los principios básicos que muestran los tomos para iniciados a este deporte. Defendieron mal, sin orden ni concentración. Y atacaron peor, sin recursos por los pasillos ni imaginación para abrir una vía por el centro. El mejor exponente de la hecatombe alemana fue Linke, un central grandote y torpe que se convirtió en el mayor divertimento de los delanteros rumanos. Todos le hicieron cosquillas con una facilidad insultante. Como hizo Illie en la jugada del gol rumano. Chivu intentó conectar con el valencianista en la orilla; la pelota llegó en calma a Linke y, sin que Illie le tosiera, se la tragó de forma pasmosa. Agradecido, el valencianista, tan comodón él, se dio una carrerita y dejó que Molvovan diera el último empujón a la pelota.

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Para colmo, Matthaeus ordenó adelantar la defensa varios metros, lo que aprovechó Hagi para echarse unos metros atrás y buscar con su guante izquierdo la coronilla de los defensas alemanes. En varias jugadas, Illie y Moldovan estuvieron a punto de mandar al garete a los alemanes, de no ser por la astucia y decisión de Kahn, el portero germano, que ocupó la posición de líbero de Matthäus. Dos salidas comprometidísimas fuera del área impidieron un par de goles cristalinos.

Rumania mantuvo el choque empinado a su favor el tiempo que tardó en vaciarse el depósito de Hagi. Sin tanto apretón en defensa, Alemania encontró con más facilidad a Haessler y Scholl, realmente sus únicos jugadores con unas gotas de talento. Dos futbolistas en otra onda que sus compañeros.

Rumania es una selección muy curiosa. Se mueve mejor en la anarquía que en el orden, y evaporado Hagi -tan fabulosamente anárquico- se sintió desnuda. Reculó y se tapó más de la cuenta. Sin querer metió a Alemania en el partido, y eso siempre es peligroso, porque a empujones pocos son mejores. En uno de esos arreones llegó el gol de Scholl: un zurdazo lejano que se tragó Stelea.

El empate devolvió a Rumania a sus orígenes. Recuperó el gusto por el juego libertario que ha adornado sus últimas décadas y puso de nuevo a los alemanes al borde del precipicio. No sacó provecho por culpa de Kim Nielsen, un árbitro danés que le birló un descarado penalti de Nowotny a Illie. En la tercera gran decisión arbitral del campeonato, de nuevo el gigante salió beneficiado.

Sin Linke sobre el campo, Alemania respiró mejor en el segundo tiempo. Tampoco ofreció nada interesante, pero al menos cerró mejor las toperas en el área de Kahn. Matthäus se colgó de su viejo colega Hagi y el encuentro quedó encorsetado en el centro del campo. Pero también en esta fase los rumanos fueron mejores. Por clase y decisión. Como mostraron en la jugada que de nuevo alteró el pulso de Kahn. El alemán no pudo frenar del todo una carrera de Illie y la pelota llegó suelta a Moldovan, que sin portero falló hasta dos veces el remate. Como no podía ser de otra manera Alemania sólo emergió con un cabezazo de Bierhoff. Un raquítico repertorio para una selección que juega tan mal como casi siempre, pero que aspirará al título como siempre. Por lo civil o por lo alemán, que todo vale en estos tiempos tan precarios.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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