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Dos maneras de ver las cosas

Joaquín Estefanía

No ha tenido la misma suerte el Banco de Pagos Internacionales (BPI) que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a la hora de publicitar su informe sobre la situación económica. La OCDE mereció honores estelares en los medios de comunicación y su optimismo (la economía de los países europeos atraviesa su mejor momento desde 1998; Estados Unidos vive la mayor expansión de todo el siglo; la economía de España crecerá más que la de sus socios europeos; los países de América Latina se recuperan tras años de crisis, etcétera) se reflejó abundantemente.La OCDE genera ideología, pensamiento. Crea estados de opinión. "Nuestro papel es pensar", afirmó hace unos meses el presidente de una de las reuniones ministeriales de este organismol. El BPI, pese a ser una especie de banco central de bancos centrales, no ha conseguido esa misma centralidad, seguramente porque sus componentes, los gobernadores de esos bancos, tienden a una mayor discreción. Si la OCDE se equivoca, no pasa casi nada, excepto la pérdida de credibilidad; si los banqueros yerran, sus vaticinios se cuentan en pérdidas de millones de dólares o euros. Creado en 1930, con sede en Basilea, el BPI nació para facilitar la liquidación de las reparaciones de Alemania a los aliados tras la Gran Guerra.

En esta ocasión, el informe anual del BPI ha sido bastante más renuente sobre la coyuntura que el informe semestral de la OCDE. En el primero se destaca que la economía mundial está amenazada por la burbuja financiera y, más concretamente, por el nivel de los precios de las acciones. El BPI considera "incierta" la evolución de la economía mundial y recuerda las crisis financieras y monetarias de los últimos diez años, la mayor parte de ellas imprevistas y con gran efecto de contagio (aunque la recuperación se haya mostrado más rápida). El Sistema Monetario Europeo en 1992, México en 1994 y 1995, Asia en el verano de 1997, Rusia y Brasil en 1998 son algunos de los ejemplos de estas crisis imprevisibles.

El informe del banco insiste en que el precio de los activos, fundamentalmente de las acciones, ha subido mucho, y aunque ello haya creado satisfacción en sus beneficiarios también existe el riesgo de que provoque "valoraciones injustificadas, como tantas veces sucedió en el pasado". El banco de Basilea critica el apalancamiento, es decir, la compra de acciones mediante el endeudamiento, sobre todo en Estados Unidos. Las familias norteamericanas se sienten más ricas de lo que realmente son (el denominado efecto riqueza), a pesar de que sus ingresos son, como media, prácticamente los mismos que hace diez años. La razón está en la Bolsa; un 48% de los hogares invierte en los mercados bursátiles y el valor medio de sus inversiones alcanza alrededor de los cuatro millones de pesetas. El ingreso medio por familia es ahora muy poco superior al de 1989: 5,37 millones de pesetas frente a 5,28 millones, lo que contrasta con la riqueza neta familiar, ya que el promedio pasa de 9,6 millones de pesetas a 11,5 millones: una subida de casi el 17% debido a su presencia en la Bolsa. Si en 1989 menos de un tercio de las familias de EE UU invertía parte de sus ahorros en los mercados de valores, el porcentaje ahora es del 48%. Mucha gente está gastando a cuenta de sus ingresos futuros y una debilidad bursátil podría conllevar la restricción del gasto y una recesión.

El BPI advierte específicamente de la sobrevaloración de los valores tecnológicos, a pesar de la corrección que han experimentado en las últimas semanas. Esos valores tecnológicos han devenido en una especie de nuevo Eldorado de estos tiempos. Conviene tener en cuenta también estas llamadas a la prudencia, no sólo el optimismo desbordado de la OCDE.

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