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Tribuna:LA HORMA DE MI SOMBRERO
Tribuna
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Saint-Exupéry en Barcelona JOAN DE SAGARRA

El 29 de este mes, festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, se cumplen 100 años del nacimiento, en Lyón, de Antoine de Saint-Exupéry, uno de los escritores franceses más populares de este siglo, autor de un best-seller que millones de niños y niños-adultos de todo el mundo han leído en los últimos 50 años y han sentido y siguen sintiendo por él una auténtica devoción: Le petit prince (Reynal & Hitchcock, Nueva York, 1943), El principito, El petit príncep...Antoine de Saint-Exupéry, Saint-Ex o Tonio para los amigos, es desde hace algunos meses la vedette indiscutible en los escaparates de las librerías de Francia. Se reedita su obra y algún que otro inédito, o falso inédito, sin importancia. Lo más interesante son una o dos biografías que aportan datos nuevos, que corrigen algunos lugares comunes sobre la obra y la vida del escritor, y que proceden de los documentos que tenía en su poder Consuelo, su viuda, fallecida en 1979. En el año del centenario del escritor, me atrevería a decir que la verdadera novedad no es tanto la obra y la persona del mismo, un rostro que ya nos era familiar en los sellos de correos y los billetes de banco, como el personaje de su viuda, la argentina de origen salvadoreño Consuelo Suncin, de la que se publica una biografía y unas sospechosas memorias -y se amenaza con nuevos libros-, así como del resto, al parecer inagotable, del entorno femenino de Saint-Exupéry, desde su "maman chérie" hasta la "emmerdeuse" marquesa Nelly de Vogüé, su riquísima amante, pasando por sus hermanas, Marie-Madeleine, Simone y Gabrielle; Renée de Saussinne, la hermana de su mejor amigo, que no le hizo caso; y su primer gran amor, nada más y nada menos que Louise de Vilmorin, de la que Saint-Ex fue novio oficial hasta que Louise rompió con él, porque a los padres de la divina criatura no les hacía gracia que su hija se casase con un aviador y, sobre todo, porque preferían para ella un marido rico, a ser posible multimillonario. Con los años, Louise de Vilmorin acabó viviendo con Malraux y Jules Roy, otro gran escritor, ... piloto de guerra, amigo de Saint-Ex y tan o más mujeriego que él -tuvo una relación con la guapísima actriz cinematográfica Annabella-, nos cuenta que una noche Louise le confesó que no entendía nada de los libros de Malraux, libros que encima detestaba, como al propio Malraux. "Ce que je déteste de Malraux", escribe Roy citando a Louise, "c'est ce côté femelle qui l'attache, sans qu'il en ait conscience, au mâle de Gaulle, c'est cet embourgeoisement qui l'a conduit à tout encaisser de la guerre d'Algérie. Il n'a été révolutionnaire à Shanghai et en Espagne que pour se montrer". (De menudo bicho se salvó el bueno, relativamente bueno, de Saint-Exupéry).

El autor de El principito también se reedita aquí, y Edicions 62 me hace llegar ejemplares de Terra dels homes, Carta a un ostatge, Vol de nit, Pilot de guerra, Ciutadella... Aplaudo la iniciativa, pero encuentro a faltar alguna golosina especialmente dedicada al público español (barcelonés y madrileño), como podría ser la edición de los artículos que Saint-Ex escribió sobre el inicio de la guerra civil española para el periódico L'Intransigeant (recogidos en el tomo primero de las Oeuvres Complètes de Saint-Exupéry. La Pléiade, Gallimard, 1994). A mediados del mes de agosto de 1936, Antoine de Saint-Exupéry, acreditado como corresponsal de guerra, llega con su avión a Barcelona y el primer artículo que escribe habla de la "invisible frontière de la guerre civile". Para Saint-Ex, la frontera entre los republicanos y el ejército insurrecto no existe. En Barcelona, en manos de los anarquistas, no se combate, tan sólo se fusila (su tercer artículo se titula así: On fusille ici comme on déboise, como se talan árboles). Se fusila a los fascistas, es decir, se fusila al cura, a la criada del cura, al sacristán y a 14 tipos más. Saint-Ex se pregunta si ese cura, si ese sacristán, si esa ama saben lo que es un fascista, si lo saben los 14 tipos restantes. Saint-Ex hace fotos en una barricada, frente a su hotel, y busca a un miliciano para entregarle una de ellas en la que éste sale. No lo encuentra, pregunta por él: "Lo hemos fusilado", le responden. "¿Por qué?", pregunta el corresponsal. "Porque denunció a un tipo como fascista y luego se descubrió que era su rival", le dice el jefe (pero el rival ya ha sido ejecutado). Saint-Exupéry no entiende esa guerra. No toma partido -de ahí que sus artículos sean silenciados cuando no criticados en París. Saint-Exupéry está "pour les hommes", con ellos. Está con el muchacho de la barricada y también con ese pobre tipo que toma un picón en la terraza del bar, justo en la mesa de al lado, y al que cuatro milicianos apuntan con sus rifles y se lo llevan, por fascista. Y Saint-Exupéry habla de esa copa, a medio beber, la última copa de un hombre tal vez excesivamente confiado, que burlaba a la suerte, que tal vez no se sabía fascista. Es el mismo Saint-Éxupéry que no acierta a comprender cómo los ejércitos de Franco bombardean la Barcelona que fusila a curas y a monjas y esos mismos bombardeos siegan la vida de mujeres y niños inocentes.

Tal vez no era su guerra, pero los artículos está ahí, y merecerían ser traducidos, ni que fuese porque contrastan con la mayoría de los artículos que, unos y otros, nos han servido sobre la Barcelona revolucionaria.

P. S. ¡Amigos lectores de L'Hospitalet de Llobregat! En la página 1.018 de la edición de La Pléiade del primer tomo de las Oeuvres Complètes de Antoine de Saint-Exupéry, se habla de vuestra villa, mencionada por Saint-Exupéry en su novela Terre des hommes, y se dice que esa villa, "L'Hospitalet", como la menciona Saint-Exupéry en su novela, es "une localité située au sud de Barcelone (L'Hospitalet de Pobregat)". Total, que gracias a los dakois de la familia Gallimard, una de las más prestigiosas editoriales del mundo, y de los responsables de su prestigiosísima Pléiade, os habéis convertido en los habitantes del Petit-Hôpital-du-Pauvre Chat. ¡Malditos gabachos!

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