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VISTO / OÍDO Estoy en Bolsa

"Nadie pase sin que sepa geometría" se leía en la Academia de Platón, según Aristóteles. Nadie pase que no sepa economía: la proporción de espacio y tiempo que se dedica a esa disciplina en los medios de comunicación es creciente. Es, también, una información doméstica, de interiores bien amueblados. Antes la economía era un vivero de doctrinas que trataban de coordinar, cada uno mejor que otro, o por razones o servidumbres distintas, la producción, la distribución y el consumo: las doctrinas políticas manejaban sus sistemas según unas ideologías y unos diseños de porvenir. Ahora se da por hecho que hay un sistema único, sin enemigos después de la caída del muro o del hambre de Cuba, y la información económica se aleja del pensamiento. El pensamiento ya no sabe dónde meterse. La información es la misma que la de la sociedad brillante, con sus matrimonios y natalicios, divorcios y adulterios. El que no se sabe las siglas bajo las cuales todo se cifra, el que no sabe contar bien en billones, y somos muchos los que no tenemos las mentes preparadas para esas cifras, no se entera. Sigue el camino que ya emprendió la política. Y hasta el fútbol, donde los partidos parecen secundarios ante el alud de informaciones de traspasos, millones, presidentes, disturbios callejeros. Las ideologías se sustituyen en chismes. A veces se ven las cosas claras: cuando Polanco dice el Grupo PRISA, Polanco, habla del valor de los "contenidos" en la salida de acciones a Bolsa, parece que está hablando de nosotros, los que escribimos; y los que leemos. El consejero Cebrián lo explica más minuciosamente: los contenidos son comunicación, educación, cultura y entendimiento. Quizá, pienso, ufano, yo mismo soy un contenido, o una partecita del contenido. ¡Salgo a Bolsa!

El enemigo clásico, El Mundo, se fija sobre todo en la familia Polanco y en lo que va a ganar: en el chisme más que en la categoría, en lo que es la información habitual de economía. Parece alarmarse de que los Polancos ganen más de 120.000 millones en la operación. Pero es que están dentro del sistema. Yo trabajé con dos Polancos en tiempos lejanísimos: hace más de medio siglo. Trabajamos en cuestiones de contenidos: no sólo de qué libros o revistas hacer, sino de qué meter dentro que tuviera un sentido. Nunca les oí hacer voto de pobreza. Lo que sí parecía claro es que frente a la Unidad -con mayúscula- de Franco buscaban la pluralidad: y lo han conseguido.

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