Aznar reclama un "nuevo rumbo" para Euskadi y Arzalluz dice que le ha declarado la guerra al PNV
El presidente del Gobierno descarta toda rectificación por parte de la actual dirección peneuvista
Con una puesta en escena totalmente inusual en el presidente del Gobierno, José María Aznar convocó a los periodistas en Moncloa y leyó una declaración para proponer un "nuevo rumbo" en la política vasca, basado en la recuperación del consenso constitucional y estatutario, en la defensa de las libertades y en la superación de la política de exclusión del sector no nacionalista. Aclaró que, por tanto, sería insuficiente que el PNV rompiese sus acuerdos con EH para dar por buena una rectificación del partido que preside Arzalluz. El jefe del Gobierno está convencido de que la actual dirección del PNV es incapaz de llevar adelante ese "nuevo rumbo" y descarta que sea capaz de rectificar. Ya sólo confía el logro de ese objetivo en las fuerzas del PP y del PSOE.Aznar explicó en su comparecencia que ayer tenía previsto entrevistarse con el lehendakari, Juan José Ibarretxe. Desveló así que el domingo, tras el asesinato del concejal Jesús María Pedrosa, telefoneó a Ibarretxe y le propuso una reunión urgente. El lehendakari aplazó la cita porque tenía programado para ayer participar en una reunión de la Asamblea Plenaria de la Comisión de Trabajo de los Pirineos en Pau (Francia).
Aznar precisó que el "nuevo rumbo" vasco debe centrarse en tres puntos: el restablecimiento del consenso del Estatuto de Gernika y del marco constitucional; un compromiso "claro, concluyente e inequívoco" con la defensa y el respeto de las libertades de todos los ciudadanos sin exclusiones, y, en tercer lugar, el restablecimiento de la "lógica democrática afrontando los problemas de la sociedad".
Precisó que esos problemas "no son los de un partido [el PNV] que ha arrastrado a la sociedad a una situación insostenible de degradación de las libertades y riesgo de fractura; que en su estrategia política y sus responsabilidades institucionales ha antepuesto su proyecto sectario de la construcción nacional y que, hoy más que nunca, vuelve a presentarse como una utopía sangrienta e inaceptable".
Aclaró, en la rueda de prensa posterior, que la resolución del problema vasco ya no pasa por que el PNV rompa todos sus acuerdos con EH y con el Pacto de Lizarra. Le parece "insuficiente" porque "la raíz del problema está en la estrategia soberanista del PNV" aprobada en la asamblea de este partido en enero, y que "ha dado una truculenta patente de corso a todos aquellos que hace dos años dijeron que había que comenzar la persecución de los no nacionalistas" tras la movilización de Ermua, en julio de 1997, por el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco. "La paz y la libertad son radicalmente incompatibles con la construcción nacional y el Pacto de Estella por su raíz profundamente antidemocrática", precisó.
Tampoco cree que la dirección del PNV sea capaz de dar ese "cambio de rumbo" y que llegue hasta el abandono del soberanismo y el regreso al consenso estatutario. Al contrario, Aznar cree que la dirección peneuvista trata de ganar tiempo con la ruptura de acuerdos mínimos con EH, como el del Ayuntamiento de Durango. "Cuando crean que ha escampado el chaparrón del último asesinato volverán a equiparar víctimas y verdugos, volverán a identificar la firmeza democrática en defensa de la libertad y del marco constitucional con la persistencia criminal de ETA".
Tras esta dura introducción, Aznar golpeó aún más fuerte: "Hay que asumir la repugnancia de que el PNV se va moviendo a medida que la banda terrorista va matando". Luego añadió: "Del árbol no van a caer más nueces por mucho que lo sacudan", en alusión a una frase del presidente del PNV, Xabier Arzalluz, pronunciada hace años y que aludía a que ETA comete atentados y otros recogen los frutos. Y no descartó, también en alusión al PNV, que "alguien promueva ingeniosas estrategias de supuesto aislamiento al Gobierno".
En alusión al lehendakari y su Gobierno, señaló que "siguen viviendo de la mayoría excluyente nacionalista" y "se identifican con los fines" de ETA, "aunque dicen no compartir sus medios". Aznar subrayó que sólo confía en el PP y el PSOE y confirmó que hay un contacto permanente, de coordinación de actuaciones, entre delegaciones de su Gobierno y los socialistas.
Arzalluz tampoco ahorró dureza en su respuesta. Consideró "una guerra en toda regla" la injerencia de Aznar, al supeditar el nuevo rumbo en Euskadi a un cambio de dirección en el PNV.
Arzalluz reconoció que en la estrategia de su partido para buscar la paz "ha terminado una etapa", pero advirtió de que "no habrá paz hasta que todo el conjunto de cosas se solucione" y endosó al PP y a ETA la responsabilidad de no haya fructificado el intento del PNV. Al Gobierno del PP le acusó de haber sido durante los 14 meses de tregua "inflexible", pero tuvo que admitir que los negociadores peneuvistas han advertido también una ETA "no negociadora".
"Ustedes comprenderán la rueda de prensa que acaba de dar Aznar; esto es una guerra en toda regla. Como ha dicho él, ya no basta ni siquiera que nos atengamos a la adhesión constitucional y estatutaria; no tenemos credibilidad mientras no cambie la dirección del PNV. Hasta ahí se llega. Yo nunca he visto ni oído condicionantes de este tipo a ningún partido".
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