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Tribuna:LAS CLAVES DE LA SEMANA
Tribuna
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La animosa candidata J. J. PÉREZ BENLLOCH

Un conocido guerrista ha escrito con evidente malquerencia que Rosa Díez, la candidata a la secretaría general del PSOE, carece de programa y que por todo bagaje tiene su sonrisa y su figura enjuta. Muy enjuta, ciertamente. Las fotografías de prensa y la TV no reflejan el sarmientillo en que se condensa esta mujer, ni tampoco la impresionante vitalidad que destila y que el compañero guerrista silencia. Tanta vitalidad que arrolla con su euforia y locuacidad. Anticipa las respuestas a las preguntas y parece más apremiada por el tiempo que por los problemas y la competencia de sus adversarios, a los que alude con respeto y distanciamiento.También han dicho que esta candidata a tan alta cota de poder partidario no tiene fundamentos intelectuales para asumir el desafío que afronta. Sin embargo, lo bien cierto es que lleva bien aprendida la lección y decanta la impresión de que sabe qué piden y esperan los hombres y las mujeres de su partido, con la ventaja añadida de que se le entiende todo, pues si bien habla mucho nunca lo hace con lengua de doble filo o con las habituales ambigüedades, ni menos aún con la solemnidad de los gurús. Rosa destila frescura, acometividad y un punto de desahogo que desarma las complejidades o los cálculos tácticos. Quiere liderar el PSOE, quiere un liderazgo fuerte y no se anda con rodeos o tientos, como su posible concurrente, el social-cristiano José Bono, aplicado a deshojar la margarita en los foros más selectos de Madrid.

Ignoro si en este bolo electoral la candidata ha tenido ocasión de explayarse acerca de asuntos políticos generales, pero, como ella misma ha dicho, hablar sobre la organización y dinámica del partido es un asunto político fundamental. Y en este punto ha reiterado un sermón, el suyo, que a nuestro juicio ha tiempo que caló entre la feligresía socialista. Elecciones primarias para elegir al candidato a la presidencia y cargos públicos del partido; voto individual, directo y secreto para elegir a los secretarios generales, con segunda vuelta si no se obtiene el 50 % de los votos; rechazo del sistema de familias y las famosas cuotas de poder, etcétera. Sólo le ha faltado explicitar cómo se le pone el cascabel al gato. Encomendarse a la democracia interna y a la voluntad de los militantes es un imperativo compartido pero que está inédito. Todo se fía a lo que resulte del próximo congreso, que será de la resurrección, por los indicios y por la necesidad de que así sea.

Como era previsible e inevitable, la candidata ha sido severa a la hora de criticar el partido, al que ha calificado de "autista" por la desconexión en que se sumió con respecto a la sociedad. No es un diagnóstico novedoso, pero al menos demuestra estar al loro de una de las acusaciones que pesan más sobre el PSOE. Del caso particular valenciano se ha abstenido de opinar -o no me consta, al menos-, pero es posible que alguien le haya puesto al corriente e incluso referido aquel precedente fugaz de renovación que se llamó el "romerismo" y que acabó fagocitado por las inercias que todavía perviven en el colectivo socialista. Pero mejor no aguarle la fiesta a la animosa candidata, tan decidida a cambiar la vieja cepa socialista transfundiéndole nueva sangre y arrestos.

De política general, como apuntábamos, y de lo perversa que es la derecha gobernante apenas si ha dicho una palabra para enseñarnos la oreja de la socialdemocracia que postula. Posesionarse en el centro, "porque el PSOE es el verdadero centro", nos deja perplejos y a la espera de otras precisiones que probablemente llegarán cuando lo permitan las urgencias organizativas. Por ahora hemos de conformarnos con aquilatar el talante de esta aspirante al liderazgo socialista, que fue la primera en emprender el apostolado y decir su palabra a la mies mientras que otros se emboscan en cabildeos a la vieja usanza. No es su único mérito, pero sería injusto y hasta sorprendente que la militancia soberana no se lo premiase. El ensoñado mesías está todavía en el parvulario.

Las mujeres de El Palmar

En una polémica resolución, el Tribunal Superior de Justicia de la CV ha resuelto que al Ayuntamiento de Valencia no le incumbe tutelar los derechos en el seno de la comunidad de pescadores de El Palmar ni la ejecución de sentencias de la jurisdicción civil. En otras palabras: anula el sorteo de puestos de pesca efectuado el 15 de julio del año pasado por el consistorio valenciano y frustra - indirecta y esperemos que provisionalmente- el derecho que reivindican las hijas de pescadores de ese paraje para equipararse con los varones y pescar en el lago de La Albufera. Sin cuestionar el fallo, del que han discrepado ocho de los 17 magistrados, sólo queremos subrayar la plausible voluntad de la alcaldesa, Rita Barberá, y el decidido apoyo expresado por la oposición municipal para conquistar un derecho constitucional que tan solo choca con el atavismo de los actuales beneficiarios: los hombres y sus hijos. Frente a la obstinación de estos, siempre cabe cancelar el arrendamiento y acabar con sus privilegios. Se pierde así una tradición secular, que era una mala tradición, por tan desfasada. Cuestionar hoy la igualdad es cavernícola.

Bomberos en pie de guerra

El cuerpo de bomberos goza sin duda de generales simpatías. La inmensa mayoría de la muchachada ha querido en su adolescencia pertenecer a ese corajudo colectivo y aun hoy son abundantes las vocaciones, no obstante la poca transparencia y las parcialidades que se registran en los ejercicios de acceso al mismo. Pero la simpatía no decrece. Sin embargo, no son de recibo, por cuanto censurables, las manifestaciones violentas que han protagonizado los miembros de los consorcios provinciales de Alicante y Valencia, y especialmente en el cap i casal, donde las protestas acerca de sus derechos laborales se han saldado con numerosos heridos y no pocos desperfectos. No vamos a cuestionar las razones que aducen, que muy posiblemente debieran atenderse o estar ya atendidas, pero hay otros modos y maneras para poner en evidencia la cerrazón o arbitrariedad de la patronal, que en este caso son las diputaciones provinciales. En otras oportunidades ha primado el humor, que no deja de ser una arma eficaz, con la ventaja de que seduce a la opinión pública. La dialéctica del mamporro nos obliga a sospechar que andan sobrados de prepotencia.

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