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Buscando un relato

LUIS DANIEL IZPIZUA

La virtud de un relato reside en hacer comprensible una sucesión de hechos y darle una dirección. De acuerdo con ello, un relato siempre busca un final que le otorgue sentido. Esa es su moralidad inherente, sea cual sea la enseñanza que pretenda elaborar o transmitirnos. Caminando hacia el final, el relato hilvana una lógica de los acontecimientos que nos dará buena cuenta de su sinrazón o de su bonanza. El relato nace de la necesidad de iluminar. Da a luz, pero también da luz. Es invención, pero no falsedad. El buen relato explica y orienta.

A mí me gustaría dar con un buen relato para explicar y dar luz a la confusa relación de los socialistas con el problema vasco. Una fábula de animales, por ejemplo. Su protagonista tendría que ser, pienso, un animal desmemoriado y bastante presumido. ¿Una ratita lo bastante coqueta como para no darse cuenta de que le han pasado los años y de que no siempre utilizó buenas artes en sus correrías? Quizá tendríamos que añadir que esa ratita añora al vascoratón sesentón que mientras fue su amante le hizo disfrutar de una buena reputación social. Pero no, esa fábula no resulta adecuada, porque aunque sí explica algunos aspectos de nuestra historia, deja al margen lo esencial: el caos. Necesitaríamos, en realidad, una familia de animales, una panda de hermanos, o una troupe de osos panda en busca de un derecho de primogenitura que sería al mismo tiempo una bendición de matrimonio. Cada equis tiempo, cada pandita se saca su piel de cabra para ver si cuela y así casarse con el rey del tango. Sobra decir que, contra toda evidencia, éste les parece siempre guapísimo.

Recojo el revuelo que ha organizado la propuesta de Txiki Benegas. No tengo duda de su buena voluntad; tampoco la tengo de su inoportunidad. Casi diría mejor de la insensatez del gesto. Dice que la expone a "título particular". Y me sorprende la capacidad que tienen algunos para ser y no ser al mismo tiempo, porque Txiki Benegas cuando habla de política o es el presidente del PSE-EE o es un particular. No puede ser las dos cosas a la vez. Y para ser lo segundo, ya sabe lo que tiene que hacer. Por lo demás, su propuesta no me parece despreciable. Las ha habido peores. Es digna de ser tenida en cuenta como propuesta a discutir allí donde debe serlo: primero en su partido; después, en ese pacto de Estado para acabar con el terrorismo en el que tendría que participar también el PNV si estuviera en condiciones de hacerlo. Lanzada como lo ha sido, no pasa de ser un aspaviento de la panda mayor para sorprender a sus hermanas y dar guiso al amante.

Pero lo que me obliga a cambiar de fábula y a olvidarme de los panda es el artículo publicado en este periódico por Jordi Solé Tura. Todo él parte de un despropósito cual es la equiparación bipolar de un partido democrático como el PP y una organización terrorista no refrendada en las urnas y cuya única forma de actuación es el terror, es decir, ETA. Semejante aberración de partida, invalida todo el análisis posterior que emprende Solé Tura y que, por cierto, se queda al final en agua de borrajas. Pero, agua de borrajas o de flores de azahar, el artículo ofrece algunos síntomas que nos obligan a volver a la fábula de la ratita y del amante sesentón. ¡Pobre ratita y qué compasión siente por su querido humillado! El pobre PNV sería víctima de algo que él mismo emprendió. Porque fue el PNV, partido gobernante en Euskadi, quien dio el paso de pactar con quien pactó, un paso de cuya gravedad Solé Tura parece eximirle. Conviene volver al triángulo anterior, PNV-EA-PSE. Pero a partir de ahí, Solé Tura embarulla los pasos y deja de hablar claro. Olvida por ejemplo la dificultad de romper Lizarra, un paso indispensable. Olvida también la nueva situación que crearía la ruptura de ese pacto, situación que obligaría a tener en cuenta al PP para la configuración de un nuevo gobierno. ¡Ah!, no, pero la ratira es buena y sólo quiere a los buenos. Lo único que ella pretendía era señalar a la rata mala y ponerle un pasamontañas.

Y entre ratitas muertas, la rata presumida no se da cuenta de lo vieja que está, y de que el valor de sus responsos no le exime de considerar los responsos ajenos. Menos aún le permite volverlos comprensibles. Así aprenda.

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