España falla una docena de goles

En un partido de ida y vuelta, de ocasiones constantes, de estupendo fútbol de ataque, España sólo arrancó un empate. En parte por su falta de acierto en el último momento, en parte por la seriedad del rival, en parte por la incompetencia del árbitro, que volvió a permitir toda la dureza del mundo. La UEFA debería tomar cartas en el asunto. Parece mentira que permita la violencia dentro del campo de esta manera. Pero ni siquiera el árbitro pudo acabar con un gran partido en el que la actitud atacante de España resultó emocionante: buscó la victoria de principio a fin. A veces de manera suicida. Con un Xavi magistral. Pese al empate -en el otro partido los checos vencieron a Holanda por 3-1-, a la selección le vale con ganarle el jueves a Holanda para entrar entre los dos primeros y clasificarse para los Juegos Olímpicos de Sydney.España se pareció a sí misma por primera vez en el torneo en una primera parte notable que mereció llevarse de calle el partido. Lo hizo en juego, pero no en goles, que se le resistieron por precipitarse en los últimos metros. Los cambios introducidos por Sáez le dieron mucho más solidez al grupo. Más alegría. Albelda, por ejemplo, fue una roca en el centro del campo, a la vez que liberó completamente a Xavi, que empezó a inventar. También Gabri estuvo mucho más cómodo de interior derecho que de media punta. Penetró con frescura el centrocampista catalán por ese lado, mientras los tres delanteros españoles (Angulo, José Mari y Luque) buscaron ávidamente agujeros entre una defensa muy dura liderada por el gigantón del Juventus Tudor.

Con las espaldas bien cubiertas por un Albelda pletórico, Xavi asumió el protagonismo que le corresponde. El de director absoluto del juego. El catalán se incrustó en la media punta y España pudo disfrutar de su clarividencia y racionalidad. Sólo restaba rematar. Porque el rival no era cualquier cosa, sino una selección bastante seria, tanto física como técnicamente. Los zurdos Leko y Simic se convirtieron en una amenaza latente.

Angulo retomó la segunda parte con una gran escapada acompañada de dos recortes secos y un disparo demasiado cruzado. El partido se abrió definitivamente. España siguió perdonando una ocasión tras otra hasta que Sáez buscó el gol en Tamudo. España jugó entonces con cuatro delanteros. La apuesta ofensiva de Sáez fue absoluta, pero el árbitro dio pábulo, al igual que el día de los checos, a una dureza extrema de los croatas. Los riesgos, logicamente, tenían sus contrapartidas, y Croacia acarició el gol en alguna contra. Sobre todo porque con la salida de Gabri, España perdió el centro del campo. Estaba partido en dos. Sólo valía ganar. Así llegó José Mari y creó de la nada una jugada maravillosa: regateó a un rival tras otro hasta que su disparo se fue lamiendo el poste.

En el grupo B, Italia y Eslovaquis empataron (1-1) mientras Inglaterra goleó (6-0) a Turquía.