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"La mayor discoteca del mundo"

Quienes no aman la música disco no pueden explicarse un fenómeno como el World Dance Costa del Sol. Pero los que se pirran por ese tipo de ritmos que, más que invitar, obligan a bailar, no se pierden la cita por nada del mundo. "Por nada", repite Gabriel, que anda intentando convencer al guarda de seguridad de que lo deje pasar al foso del escenario para bailar más cerca de sus ídolos. Gabriel tiene 21 años. Viste de negro riguroso. Camiseta ajustada de licra, pantalón ancho de cintura baja, pelo cortísimo y zapatones. No es el único look que se ve entre el público. Porque, según los cálculos de la Cadena SER, responsable del evento desde que empezó hace cinco años, la explanada del Puerto de Málaga acogió entre las diez de la noche del sábado y las seis de la mañana del domingo a 200.000 personas con ganas de bailar hasta caer rendidas. Y en 200.000 personas cabe todo tipo de público.

Este año, además, la organización se esforzó por llevar a Málaga a grupos menos duros que en otras ediciones, gente como Sash y Tina Cousins, El Símbolo, Carlos Jean, Cambio Latino, King Africa, The Soundlovers, French Affair o Face on March, que han ocupado los puestos más altos en las listas de radiofórmula. Y claro, el público fue mucho más heterogéneo. Había desde bailones de diez años con sus padres, hasta discotequeros de cuarenta y tantos con ganas de demostrar que lo que pesa no son los años ni los kilos, sino el muermo, lo único que estuvo vetado en toda la noche.

Las puertas no se abrieron hasta poco antes de las diez, pero a las ocho de la tarde ya había una buena turba esperando para entrar en el puerto. "Nosotras lo que queremos es ver de cerca al cantante de OBK", decía un grupito de quinceañeras uniformadas en tonos lila.

OBK, que no se pierde la cita, tardó aún un par de horas en salir al escenario. Para entonces, el maestro de ceremonias, Fernandisco, tenía ya totalmente bajo su control a las masas. Su estilo es infalible: "¡Tenemos al mejor público del mundo; una gente que tiene mucho gusto para vestir, para comer, para sentir, el público de Málaga!", arengó nada más aparecer.

"¿Cuál es el mejor equipo de fútbol del mundo?" preguntaba Fernandisco. "¡El Málaga!", respondían las masas. "¡No os oigo!" provocaba el locutor. "¡El Málagaaa!", repetía la gente. "¡Pues a bailar, Málaga!", ordenaba Fernandisco. Dicho y hecho. "¡Arriba esas manos! ¡A botar!".

"Esta noche tenemos la mayor discoteca del mundo", proclamó el cantante de OBK en cuanto pisó el gigantesco escenario, de 46 metros. Los 130.000 watios de sonido empezaron a difundir los primeros sones de Tú sigue así, y las chiquillas, a desgañitarse siguiendo el estribillo.

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Entre bambalinas, los bailarines y bailarinas profesionales calentaban los músculos embutidos en shorts, tops y minifaldas microscópicos, o en mallas de lentejuelas, purpurina y licra. Había coreografías con enfermeras provocativas y médicos cachas, otras más futuristas con mallas metálicas, y alguna de sabor tropical y camisas de colores chillones. Se tocaron todos los palos y el público, a lo suyo, a botar hasta caer rendido.

En lo que estuvo muy estricta la organización fue en no permitir la entrada de botellas de cristal ni objetos arrojadizos. Pero tampoco hizo falta. El público se limitó a seguir el espectáculo gritando, botando, cantando y dando réplica a las arengas de cantantes y animadores. Y después, a recogerse y poner los pies en alto.

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