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Salhaketa pide el reparto de jeringuillas en la cárcel de Nanclares

Nanclares de la Oca es la única prisión del País Vasco y Navarra donde todavía no funciona un programa de intercambio de jeringuillas para reclusos. Esta situación precaria ha llevado a Salhaketa, organización que trabaja en defensa de los derechos de los reclusos, a presentar ante el Juzgado de Vigilancia Penitencia de Bilbao una queja formal solicitando la implantación de este programa.La denuncia se comunicó ayer en Vitoria a los medios de comunicación durante la presentación del libro Cárcel, drogas y sida. Trabajo social frente al sistema penal, editado en colaboración con la Instituto Foral de Bienestar Social y la Universidad del País Vasco. En el volumen se analizan todos los ámbitos que rodean la reclusión de los drogdependientes y el tratamiento de sus enfermedades en la cárcel. Estos presos, según Instituciones Penitenciarias, suponen el 25% de la población reclusa, aunque Salhaketa y otras organizaciones preocupadas por sus derechos, consideran que el porcentaje es mayor.

El escrito que ha impulsado Salhaketa parte de la existencia en el centro de Nanclares de uncolectivo de toxicómanos que consumen droga, fundamentalmente heroína, a través de inyección intravenosa y que, al carecer de jeringuillas desechables, corren un elevado riesgo de contraer patologías graves como el sida, Hepatitis B y C, y tuberculosis. Salhaketa adjunta a la queja varios informes médicos y científicos que demuestran la existencia de estos riesgos.

Un escrito similar fue estimado en 1996 por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Pamplona.

Nuevos tratamientos

En la presentación del volumen también estuvo presente el presidente de la Comisión Antisida de Álava, Pedro López de Munain, quien puso en énfasis en los nuevos tratamientos contra el sida, que están consiguiendo grandes éxitos en la calle, pero que no se pueden aplicar correctamente en prisión.

López de Muniain pidió que los reclusos infectados con el virus del sida sean tratados de esta enfermedad fuera de los centros penitenciario. Las razones que argumentó están en las condiciones y limitaciones de las prisiones que obstaculizan que puedan cumplir estrictamente los nuevos tratamientos basados en la combinación de varios fármacos retrovirales.

En su opinión, los presos contagiados no tienen a disposición todos los instrumentos necesarios para poder hacer frente a los efectos secundarios que provocan estos nuevos tratamientos. "Son cosas sencillas pero que nose administran en la cárcel, como un zumo de pomelo o una coca-cola batida", dijo.

López de Munain cree que la Administración penitenciaria debe poner en marcha alternativas a la prisión para los enfermos de Sida como casas de acogida o centros especiales.

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