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Reportaje:

El palacio de las mil y una obras

A fuerza de ver tanta grúa y andamios por doquier, parece que al rey Fahd de Arabia Saudí le ha entrado también la fiebre constructora que desde hace años impera en Marbella. Se habla de que el generoso y, sobre todo, rico monarca gastará en la remodelación del Palacio Mar-Mar la nada despreciable cantidad de 18.000 millones de pesetas.El rey saudí no ha escatimado en detalles. La parcela sobre la que se levanta su lujosa mansión, situada en plena milla de oro de Marbella, contará en los próximos meses con un pequeño hospital, equipado con la tecnología más avanzada para atender cualquier contratiempo que pueda surgir en la delicada salud de su propietario. A éste se sumará un centro de telecomunicaciones, una inmensa piscina cubierta climatizada, una sauna y baño turco de 200 metros, y una larga lista de etcéteras. También el palacio principal será objeto de un completo cambio, tanto en el exterior como en su interior. El hormigón imperará, pero será cuidadosamente cubierto con mármol italiano labrado.

Además el ya de por sí gran palacio está siendo ampliado, para albergar a las visitas que recibirá el monarca a partir del mes del julio, fecha prevista para su llegada a Marbella. Uno de los detalles que demuestra que el coste de la obra no es mera ficción son tres rosas talladas en tres tipos de mármol, de metro y medio de diámetro, cuyo precio oscila en torno a los 15 millones de pesetas cada una. Estas flores serán el plafón de tres lámparas, que colgarán del techo a la entrada de la casa, y que podrían pesar en torno a los 350 kilos.

Por el momento la parcela real ofrece el aspecto de un campo de batalla, con el constante hormigueo de obreros yendo y viniendo de un lado para otro. Quinientos trabajadores tratan de poner a punto desde enero estas nuevas instalaciones, que formarán parte del conjunto de los distintos edificios que se alzan ya en finca, entre ellos las mansiones del hermano y el hijo del monarca saudí, y dos mezquitas, una para los miembros de la familia real y otra para los empleados.

Sin embargo, en las dos últimas semanas el palacio se ha hecho tristemente famoso por dos accidentes laborales mortales. Los trabajadores echan las culpas a la decena de subcontratas encargadas de la reforma, que "en su afán de lucro no han tomado las medidas de seguridad necesarias". El primero de los sucesos se produjo a principios de mayo, cuando un obrero falleció de un infarto. Sus compañeros achacan esta muerte a la "enorme presión" a la que están siendo sometidos por los encargados, a los que tachan de negreros. Las protestas de los trabajadores han llevado a las empresas a introducir servicios tan básicos como baños o asistencia médica para el personal de la obra.

Tras el segundo accidente mortal, tan sólo diez días después, la Inspección de Trabajo sancionó a la contratista con una multa y al pago de una indemnización a la familia del fallecido. Las obras fueron paralizadas durante dos días, y se han creado brigadas de seguridad en cada una de las subcontratas. Tras este breve paréntesis, encofradores, electricistas, fontaneros, yesistas, carpinteros, albañiles o marmolistas trabajan nuevamente a marchas forzadas en turnos de 12 horas para terminar la obra.

Mientras, los establecimientos hoteleros de la zona se frotan las manos ante la llegada del monarca y su numeroso séquito, que dejaron el pasado año en la ciudad unos beneficios de 20.000 millones de pesetas. La Casa Real Saudí reservó entonces más de 400 habitaciones y alquiló 200 teléfonos móviles.

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