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La policía asegura que el padre del niño liberado en Girona "ha colaborado muy poco" durante el rapto

Javier Arroyo

"No sé nada, pregúntenle a mi mujer". Ésa vino a ser la respuesta de Mohamed J., padre de Issa, el niño marroquí de 11 años secuestrado el pasado miércoles en Málaga, cuando la policía lo llamó para comunicarle el rapto de su hijo. Durante el secuestro, Mohamed ha variado su versión sobre su relación con los captores; primero admitió una deuda de 1,5 millones de pesetas. Luego la subió a 2,5. Una vez liberado el niño, en Cassá de la Selva (Girona), la policía, que ayer se quejó de que el padre "ha colaborado muy poco", intenta conocer el móvil del delito.

Aunque el secuestro se ha resuelto en menos de día y medio, la confusión permanece alrededor de las verdaderas razones del rapto. Las partes implicadas, secuestradores, familia del secuestrado y policía, reconocen que había una deuda que saldar pero no coinciden en los números. Mientras la última cifra que el padre reconoce es 2,5 millones de pesetas de deuda, los secuestradores, según fuentes policiales, le pedían 1,2 millones más otras 500.000 pesetas de intereses. La policía no cree a ninguno y piensa que la deuda es mucho mayor porque los riesgos han sido demasiados para tan poco dinero.La policía ha detenido a cuatro personas, todas ellas de nacionalidad marroquí, pero sólo dos parecen haber participado directamente en el delito. Estos, Aziz B., de 36 años de edad, y Abdellah M., de 28, llegaron a Málaga a principios de semana. Los dos, y el coche usado en el secuestro, fueron detectados en la ciudad el lunes pasado por un agente que les pidió su documentación y la del vehículo. Todo quedó anotado en un parte, que luego ha servido para identificar a los delincuentes.

Según los investigadores, mientras los secuestradores pegaban a Saida, la madre de Issa, de 29 años y embarazada de un mes, Abdull, el hermano pequeño, pudo ver las letras de la matrícula del coche. Además, según el padre, la madre también reconoció a uno de los raptores. Esos datos, según la policía, sirvieron para conseguir una primera pista y detectar el vehículo, doce horas después, en Cassá de la Selva (Girona). Los secuestradores introdujeron a Issa en el maletero y tomaron la carretera hacia Cassá. Ésa fue la primera dirección sobre la que la policía trabajaba, puesto que aparecía en los documentos mostrados al agente dos días antes.

Los investigadores creen que Issa viajó recostado y durmiendo en el asiento trasero del coche, un Alfa Romeo rojo, matriculado en Girona. También piensan que el vehículo hizo el trayecto -1.100 kilómetros- en una sola tirada, lo que les llevó aproximadamente 10 horas. A media tarde, ya estaban en Cassá, a 20 kilómetros de Girona capital. Esa misma noche, según la policía, quedó montado un operativo de vigilancia de la casa. Sin embargo, algunas viandantes han manifestado que durante el jueves vieron al niño salir al balcón y gritar "señora, señora", sin que nadie le hiciera caso.

La madre y el hermano de Issa, mientras, se trasladaron de su casa en el barrio de El Palo a la vivienda de la abuela. Mohamed pasó el miércoles y jueves entre su casa y la comisaría. En comisaría dio su versión, o versiones; en casa, atendió la llamada de los secuestradores, con quienes concertó una cita en la Plaza de España de Barcelona, para ayer a las 10 de la mañana. Estos, según la policía, tenían cuentas pendientes con la justicia en otro país; Mohamed, en principio, también estaba requerido por la Audiencia de Málaga por algún asunto de drogas, aunque se comprobó que ese requerimiento estaba invalidado.

Solo en la casa

El jueves, los cuatro detenidos (los dos raptores y dos que vivían con ellos), dejaron al pequeño sin vigilancia en casa. La policía insiste en que tuvo la vivienda y a los secuestradores controlados todo el día, pero sólo a las 18.30 de la tarde del jueves, casi 24 horas después de detectar a los delincuentes, se percataron de que el menor estaba solo. En ese momento, los agentes entraron y lo liberaron. Luego, prácticamente cada 15 minutos, fueron cayendo uno a uno los detenidos, excepto el cuarto, que fue arrestado ayer por la mañana.

Lo primero que pidió Issa fue comida; le dieron un bocadillo, un refresco y un polo. Después, pudo hablar con su padre, a quien le dijo que estaba bien, aunque le habían dado una bofetada porque no había querido comer. Tras un reconocimiento médico, Issa pasó a un centro de acogida de Girona. Ayer por la mañana, el padre se trasladó desde Málaga para recoger a su hijo. Por la tarde, declaró ante un juez de Girona que, presumiblemente, se inhibirá para dejar el caso en el juzgado malagueño que lleva la denuncia original.

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