Ambiente tribal y consuelos primarios
Hombres y mujeres se pelearon en una afable ciudad por odiar a quienes portaban otros colores
Nada como un partido de semejante pasión deportiva como el jugado ayer en la capital danesa por el Galatasaray y el Arsenal para acordarse del Baron de Coubertain, del ideal competitivo que tanto mejora al hombre y de los proverbiales ideales británicos del fair play. Sobre todo si comparte uno tribuna con un compacto grupo de aficionados ingleses a ese deporte inventado por ellos: el fútbol.Todos en el campo, jugadores y público sabían que más de una docena de personas se hallaban ingresadas en el hospital, tres de ellos por herida de arma blanca. Los jugadores estuvieron hasta el final a la altura de las circunstancias. Sus encontronazos y su lógica tensión no pasaron de lo normal en semejantes circunstancias. Sin embargo, sí merecen un estudio esas comunidades humanas que viajan con equipos como quien camina hacía las cruzadas medievales, dispuestas a quemar por la causa a cualquiera que entorpeciera sus propósitos.
El ambiente tribal de estos colectivos abrazados a consuelos primarios puede ser colorista en televisión. Entretenido. En directo muy directo, es decir, en plena inmersión en el mismo, resulta sobre todo revelador del por qué son tan propicios a generar monstruos y nazis, a crear personalidades sin matiz ni piedad.
Los navajazos de ayer, las palizas brutales que se propinaron mutuamente los más radicales de los seguidores de ambos equipos en Copenhague se antojan el resultado lógico de la educación de masas que propugnan. Hombres y mujeres, se supone que socialmente medianamente integradas, se peleaban ayer en la ciudad más afable del mundo por odiar a quien portaba colores que no fueran los propios.
Fue la de ayer una final vista por muchos probablemente, con seguridad un buen negocio, pero en sus entrañas, un espectáculo monstruoso. Y muchos daneses, y no daneses, se preguntaban si realmente aquello, en aquellas circunstancias y poniendo en peligro la vida de seres humanos, valía la pena.
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