Consenso para la libertad
El Consejo Internacional de Museos ha instituido la fecha de hoy 18 de mayo como Día Internacional del Museo. Se trata de mostrar el valor de museo como centro de "intercambio cultural, enriquecimiento y paz entre los pueblos". Y esta declaración tiene toda su vigencia en un mundo interrelacionado, especialmente, en un año como el Año Internacional para la cultura de la Paz.Los museos tienen ahora una concepción dinámica de la sociedad. Parten de una imagen caleidoscópica de las sociedades tanto en el espacio como en el tiempo. Los puntos de vista que en ellos se muestran aportan nuevas miradas a quienes los visitan. Y estas son las heterogeneidades, las diversidades, en otras palabras, las pluralidades que van formando un bagaje cultural de aceptación de la diferencia en quien pasea por sus salas. Podemos decir que es una de las grandes contribuciones de los museos a la cultura de la paz.
Los museos han abandonado su aura de santuario de la cultura para convertirse, en muchos casos, en auténticas manifestaciones de masas. En nuestro caso, basta con acercarse una mañana de domingo a alguna de las salas diseminadas por las ciudades y pueblos de la Comunidad Valenciana, para comprobarlo. La pregunta que nos asalta de inmediato ante tales situaciones ya se la planteaba Umberto Eco en su libro Apocalípticos e integrados: ¿la extensión de la cultura relaja la calidad de las obras o, por el contrario, aumenta la cultura de la sociedad? Las respuestas han sido muchas y de muy diversa índole; el acuerdo prácticamente imposible. Sin embargo, en nuestro caso, desde hace más de cuatro años consideramos que una de las vías más fructífera, era y será la del consenso. Consenso para la libertad. Consenso que se desvíe de dirigismos o de visiones únicas de la realidad.
Este Gobierno ha demostrado sobradamente que con su apoyo los y las artistas valencianos pueden tener otras puertas abiertas donde mostrar sus creaciones. El compromiso del presidente Zaplana con la libertad es una apuesta de futuro, pues sin su impulso difícilmente podría contar hoy la Comunidad Valenciana con una red de salas y museos de las más dinámicas del continente.
Por poner un ejemplo, voy a retrotraerme a una época importante para nuestras sociedades como es el Renacimiento. En aquella época no existían los críticos de arte profesionales, ni museos, sin embargo, era importante la opinión de los propios artistas, algunos de ellos también teóricos, opinión que en aquel entonces tenía un peso importante.
Hoy, en cambio, los críticos se han convertido en profesionales. La opinión de los artistas continúa marcando pautas de actuación en sus respectivos campos y los museos se han convertido en una realidad cada vez más extendida.
Las nuevas infraestructuras como el Espai d'Art Contemporani de Castelló o el Museo del Siglo XIX se han sumado a otras ya consolidadas como el IVAM o el Museo de Bellas Artes de Valencia, pero el futuro más inmediato tiene una nueva cita en los próximos meses con el Museo Valenciano de la Ilustración y Modernidad o la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Pero el futuro, además, tiene un horizonte despejado con la Ciudad de las Artes Escénicas de Sagunto y la Ciudad del Cine en Alicante.
Es un esfuerzo por extender la cultura artística a todos los públicos, sin merma de la calidad exigible a toda obra de arte. Hoy, por ejemplo, es posible hacer un recorrido por nuestra Comunidad desde la pintura del siglo XV a las nuevas tendencias más actuales, sin salir de la ciudad de Valencia. La pintura del siglo XV al XVIII, en el Museo de Bellas Artes; el siglo XIX, en el convento del Carmen, para terminar el recorrido en el IVAM.
La red museográfica valenciana ha conseguido ser un espejo del dinamismo de esta sociedad que articula el presente sobre la recuperación del pasado para mirar el futuro plural y mestizo que nos aguarda.
Todo ello nos invita a reflexionar sobre el carácter de los museos como espacios de convivencia y diálogo, es decir, como ámbitos que no sólo se destinan a conocer sino que favorecen el reconocimiento. Ese reconocerse que necesariamente conlleva a reconocerse en el otro, en aquello que nos resulta ajeno.
Si en años anteriores incidíamos en el carácter abierto e integrador que ha de poseer el museo de cara al próximo siglo, ahora queremos poner de relieve el destacado papel que estos han de asumir en la consolidación de un modelo de sociedad respetuosa con los ciudadanos y ciudadanas, una sociedad en la que las diferencias no representan argumentos para la exclusión o la confrontación, sino elementos de acercamiento e intercambio.
Generar espacios para la práctica cultural no es precisamente una tarea fácil, pues supone tomar partido por la creación y comprometerse con el tiempo en el que vivimos, un periodo, por otro lado, cargado de contradicciones. Lo decía Eco en 1965 y lo estamos viviendo con toda su fuerza en el momento actual. El museo puede y debe cumplir esa función de equilibrio que el boloñés vaticinaba para la cultura y, en su substrato, debe servir como foco para la educación en la paz y el mestizaje. Esas y no otras son las funciones del museo en este límite del calendario.
Consuelo Ciscar es directora general de Promoción Cultural y Patrimonio Artístico.
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