"Los monumentos son la herencia de la imaginería cristiana"
Antonio Delgado (Lisboa, 1958) ha estado durante esta semana impartiendo un curso en Vitoria sobre el papel que juegan los monumentos en la conformación de la ciudad, elementos relativamente recientes que "sustituyeron a la imaginería cristiana", según estima este profesor de Historia del Arte de la Universidad de Lisboa. Pregunta. ¿Cuando surge la utilización de monumentos para adornar las ciudades?
Respuesta. No fue un fenómeno aislado el que uno pusiera una estatua en su ciudad. Todo viene del paso del Antiguo Régimen a la Modernidad, tras la Revolución Francesa. La estatuaria pública, junto con los espectáculos y la música se establecieron como una labor sistemática de propaganda del nuevo tiempo. Se podría decir que los jardines públicos con sus monumentos son la herencia de la imaginería cristiana.
P. Este aspecto publicitario atrae mucho a todos los autócratas.
R. Es que los dictadores se consideran detentadores de la memoria colectiva. Por eso, construyen para perpetuar su recuerdo. De ahí que los monumentos sean muchas veces reaccionarios, lo que supone el lado más nefasto de la estatuaria pública.
P. ¿Qué otras características se podrían destacar?
R. El monumento conmemorativo ha sido siempre la reivindicación del machismo: siempre aparece el héroe vencedor y la mujer, en posturas de dolor o de desnudo. Por otra parte, el monumento es la representación tridimensional de los cuadros históricos que se realizaron paralelamente en la pintura. Y es que nos encontramos ante la reproducción de la buena memoria de la sociedad, así como el individuo sólo mantiene en memoria los buenos recuerdos.
P. Pero también hay otro tipo de estatuas, las que adornan los jardines.
R. Estos lugares siempre se han hecho como imitación de un jardín originario. Así, cuando aparecieron los jardines, las estatuas se presentan como un elemento parlante para dar significado a esa construcción de lo natural. Luego se ha pasado a la ausencia de esta simbología y los monumentos ya tienen más relación con el parecer de las autoridades correspondientes.
P. ¿Cómo ve los monumentos de Vitoria?
R. Vitoria, como otras ciudades, vivió el influjo de la Revolución Francesa por toda Europa, aunque con más de un siglo de retraso. Por ejemplo, el monumento de la Virgen Blanca me recuerda a otra estatua portuguesa sobre la guerra peninsular. Y, es más, el de Vitoria cuenta con un escudo portugués en recuerdo de la caballería lusa que participó en la contienda contra la invasión francesa. Los monumentos de esta época tienen la misma función que la imaginería de las iglesias: antes se catequizaba a los ciudadanos con los santos, ahora con los héroes guerreros.
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