Campaña de represión contra los intelectuales disidentes en China
Los líderes chinos están intentando refrenar el creciente y cada vez más importante movimiento intelectual liberal, criticando en sus discursos a preeminentes académicos y autores, prohibiendo a los periódicos la publicación de sus artículos y castigando o cerrando las editoriales que imprimen sus trabajos. En un momento de rápidos cambios económicos y sociales, los dirigentes del partido comunista ven en esta tendencia una clara amenaza a su poder político.
En los últimos años, los medios oficiales o cuasi oficiales para dar salida a las ideas políticas liberales se han multiplicado en China -en Internet, en grupos de discusión, en revistas y libros publicados gracias a la colaboración entre editoriales independientes y estatales-. A pesar de su política económica de corte occidental, el presidente Jiang Zemin ha reiterado constantemente en el último año la importancia de no abandonar la ideología comunista, y últimamente las advertencias han dejado paso a acciones de castigo contra escritores que han llegado demasiado lejos en una dirección liberal o reformista. "El presidente Jiang quiere realizar una limpieza ideológica", dice un eminente profesor que no quiere ser identificado. En un país en el que las reformas económicas han producido un mayor pluralismo en las ideas y en las maneras de expresarlas, es imposible montar una campaña al estilo tradicional del partido comunista, según los académicos. Pero los ataques, aunque dispersos, han sido muchos y variados. Por ejemplo, una editorial estatal que publicó un libro sobre la necesidad de reforma política tuvo que escribir una autocrítica. El autor fue despedido de su trabajo. Pero la campaña ha tenido, sobre todo, un claro efecto amortiguador: el creciente número de intelectuales liberales chinos está empezando a esconderse. "Es evidente que Jiang Zemin siente que la comunidad intelectual ha pasado a ser demasiado descarada", dice un periodista que tampoco quiere ser identificado.
Los liberales chinos aseguran que el momento elegido para esta intensa crítica, tras años de balbuciente pero creciente expansión de la libertad intelectual, está relacionado con el nerviosismo de los líderes del partido ante las fuerzas liberalizadoras que podrían desatarse tras la entrada del país en la Organización Mundial del Comercio, esperada para este mismo año.
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