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Arquitectura a mano armada

Inaugurada Met.room, una nueva galería para la discusión arquitectónica

Anatxu Zabalbeascoa

Lo que empezó con un ascenso a las altas esferas de la especulación arquitectónica terminó con una caída en la cruda realidad social y urbana del casco antiguo barcelonés. La calle Nou de Sant Francesc parecía en la noche del martes el escenario de una verbena popular. Varias generaciones de arquitectos, diseñadores, vecinos, curiosos y algún político se amontonaban en la calzada, junto a dos largas mesas cubiertas por manteles blancos en las que se servía whisky, cacahuetes y vino. Se inauguraba Met.room, la galería que la arquitecta Beth Galí ha abierto en la planta baja de su nuevo estudio.El edificio recuperado por Galí encierra un pasado que va desde mostradores de mármol y banqueros con manguitos hasta un antiguo meublé llamado La Blanca Paloma. En su última reencarnación, la galería quiere ser "un espacio para recuperar la utopía como fuente de ideas, una sala en la que investigar temas arquitectónicos más allá de los círculos habituales, un lugar donde hacer propuestas para batallar contra la arquitectura comercial que nos está destrozando las ciudades", aseguró su dueña. La exposición con la que abre la galería acoge la instalación Metacity / Datatown, con la que el colectivo de arquitectos holandeses MVRDV muestra su método para una nueva ciudad: una urbe sin una topografía preestablecida, de paisajes variables descrita -y propuesta para ser construida- más a partir de las ideas y el lenguaje que desde la física.

Winy Maas, el arquitecto portavoz del grupo, ha ganado relevancia internacional describiendo nuevos paisajes, como rascacielos de prados, bosques escalonados y planteles apilados. Maas asegura que Holanda ha dejado de ser un país para convertirse en una gran ciudad y, por lo menos desde la realidad de su país, considera una ingenuidad hablar de paisaje natural. Ecologista y progresista, aboga por la construcción de nuevos paisajes, artificiales, de naturalezas reales. Lo más sorprendente de este arquitecto es que ha logrado construir muchos de sus fantásticos proyectos: su arquitectura de prados superpuestos representará a Holanda en la Exposición Universal de Hannover, y el jefe de correos de Suecia le ha hecho un encargo: un edificio capaz de competir con la modestia y el socialismo del ya fallecido proyectista sueco Ralph Erksine, "algo así como un James Bond ecológico". El diálogo que Galí quiere alimentar desde su galería había comenzado. Para celebrarlo, un grupo de proyectistas catalanes acompañó a Maas hasta un restaurante cercano. Manuel Gausa y Vicente Guallart hablaban de la naturaleza digital de las futuras urbes; Josep Antoni Acebillo se preguntaba por el papel de la arquitectura en la época de la globalización; Jordi Garcés callaba y Josep Lluís Mateo indagaba en el papel del arquitecto en las nuevas ciudades cuando Oriol Bohigas tomó la palabra. Sentenció que la única posibilidad es la ciudad comunista. Así estaban las cosas cuando llegó la policía: la puerta de la nueva galería había sido forzada. Al guarda de seguridad le habían amenazado con una navaja y robado la chaqueta. La instalación que hablaba del futuro de las nuevas ciudades permanecía intacta. Bohigas retomó la palabra: "Barcelona necesita menos arquitectos y más policías".

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