ARTE Y RELIGIÓN, RECONCILIADOS

El artista segoviano José María García Moro ha comprobado cómo la realización de un monumento puede durar más de 40 años hasta que llega a su término, como toda gran obra que se precie de ello; y un ejemplo cercano lo tiene en El Escorial, al otro lado de la sierra de Guadarrama. En 1959, entonces con 25 años y acabando sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, este escultor llevó a cabo un diseño vanguardista para una obra dedicada a san Antonio María Claret, fundador de los claretianos, pero fue mandada retirar semanas después de su inauguración por la congregación al considerarla "demasiado moderna" para la época, sustituyendo el elemento constructivo que corona el pilar central por otros que representaban dos manos sujetando una sagrada forma. Cuatro décadas después, aparte de viejas desavenencias y pleitos sobre la propiedad intelectual, ganados por el artista, el superior de la comunidad claretiana en Segovia, Julio Martín, ha optado por reconciliarse con el arte y recuperar el diseño original del autor, por entender que está perfectamente en armonía con el conjunto, ubicado en una pequeña plaza en una avenida próxima al acueducto. García Moro, conocido por sus intervenciones artísticas en el paisaje urbano de las plazas públicas, ha recibido con alegría esta decisión, principalmente porque le devuelve parte de su juventud, apasionada y con una clara intención de modernidad, como el diseño.-