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Putin prolonga la incertidumbre sobre la formación del nuevo Gobierno ruso

Vladímir Putin, que el domingo asumió la presidencia de Rusia, prolongó ayer la incertidumbre sobre la formación de Gobierno al asegurar que todos los nombramientos clave de su equipo se anunciarán "antes de mediados de mayo". Con ello introdujo algunas dudas sobre lo que se daba por seguro, que mañana presentaría como primer ministro a quien ya lo es en funciones: Mijaíl Kasiánov, de 42 años, ex ministro de Finanzas y negociador con el Club de Londres de un acuerdo de condonación parcial de la deuda rusa.

Putin ha dado a entender que el nuevo Gabinete no se diferenciará mucho del actual y mantendrá un perfil reformista. Soplan vientos de continuidad y no de ruptura, por mucho que el país necesite desesperadamente cambiar la forma de gobernar para conjurar una herencia marcada por la corrupción.Ayer, el presidente de la Duma, Guennadi Selezniov, comunista moderado que debe su puesto a Putin, aseguraba que el nombre del primer ministro se conocerá mañana, pero el jefe de Estado se limitaba a señalar que los nombramientos clave se producirán antes de medidados de mes, tanto en el Gobierno como en la Administración presidencial. Para esta última, una especie de Gobierno paralelo, los pronósticos apuntan a que seguirá al frente Alexandr Voloshin, considerado un hombre de Borís Berezovski, el gran intrigante de la época de Borís Yeltsin. También a Kasiánov se le atribuyen lazos con el magnate.

El líder comunista, Guennadi Ziugánov, aseguró ayer que "no quedará nada del país en tres o cuatro años" si prosperan las tesis ultraliberales del programa que prepara uno de los hombres de confianza de Putin, German Greff. No obstante, matizó que "todo dependerá del equipo". Cabe suponer que, si se confirma la presentación de Kasiánov, los comunistas no se opondrán.

Entretanto, Putin, que dejó el KGB con el grado de teniente coronel, se recrea en su papel de comandante en jefe. Hoy presidirá en la plaza Roja el desfile de la victoria sobre los nazis y ayer rindió homenaje en Kursk a las víctimas de la mayor batalla de tanques de la historia. Allí, a unos 400 kilómetros al sur de Moscú, el Ejército Rojo frenó en seco la máquina de guerra alemana. Más de dos millones de soldados, 5.000 tanques y otros tantos aviones y 30.000 piezas de artillería entraron en juego del 5 de julio al 23 de agosto de 1943. Las bajas de ambos bandos superaron el millón. Putin destacó el papel de las Fuerzas Armadas, a las que ha prometido sacar de la postración.

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